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Actualizado: 3 de junio de 2025
Cuando se efectuaba alguna de estas escenas, y por desgracia eran demasiado frecuentes, siempre concluían del mismo modo: Julita se iba a llorar la reprensión, los pellizcos o las bofetadas a su cuarto; su madre no volvía a hablar con ella, ni a dirigirle siquiera una mirada: para que hubiese reconciliación, era necesario que Julia fuese a ponerse de rodillas delante de ella, y cruzadas las manos en el pecho, como estaba acostumbrada desde niña, la pidiese perdón.
Un duelo al amanecer y una bala en el pecho. La noche anterior, a la salida del teatro, el conde había subido un momento a su círculo. Algunas palabras cogidas al vuelo sobre Leonora y él; rompimiento con un amigo; bofetadas y el encuentro concertado a toda prisa, esperando la primera luz del día para cruzar las balas.
Así no corres el peligro de que tu amigo se entere y te los haga sacar del Banco, convenciéndote a fuerza de besos o de bofetadas... Toma siempre dinero; no aceptes acciones ni papelotes de ninguna clase. En esto último insistió mucho la veterana, como si aún estuviera latente en su memoria algún recuerdo penoso.
2 Y los soldados entretejieron de espinas una corona, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron de una ropa de grana; Y le daban de bofetadas. 4 Entonces Pilato salió otra vez fuera, y les dijo: He aquí, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún crimen hallo en él. 5 Así salió Jesús fuera, llevando la corona de espinas y la ropa de grana. Y les dice Pilato: He aquí el hombre.
Empeñose una discusión viva y acalorada; tanto más acalorada, cuanto que el que sostenía las ventajas de la plaza de Córdoba no conocía la de Valencia, y viceversa; el defensor de la de Valencia nunca había visto la de Córdoba, y bien sabido es que cuando faltan razones, sobran siempre gritos. En resumen: la disputa subió tanto, que llegó en forma de bofetadas a las mejillas de los contendientes.
Le parecía que era el adecuado complemento de aquella otra tendencia que sentía a enrojecer las de los caballeros con sus proverbiales bofetadas. Ambas inclinaciones acusaban su temperamento heroico y daban testimonio innegable de su procedencia del arma de caballería.
Lo que yo digo, señor Reyes y el señor don Juan Nepomuceno dio un puñetazo, no muy fuerte, sobre la mesa , es que tú no eres un hombre práctico, y que te sienta mal el papel que quieres inaugurar al estrenarte de padre de familia. Una carcajada de Marta, seca, estridente, que quería ser una serie de bofetadas, resonó en el comedor, con pasmo de sus mismos aliados. Todos se miraron sorprendidos.
-Para eso -dijo el del Bosque- yo daré un suficiente remedio: y es que, antes que comencemos la pelea, yo me llegaré bonitamente a vuestra merced y le daré tres o cuatro bofetadas, que dé con él a mis pies, con las cuales le haré despertar la cólera, aunque esté con más sueño que un lirón.
El joven elegante, admiración y orgullo de la mamá, olía a vino, y con palabrotas de las más soeces explicaba lo que acababa de ocurrirle. Nada; una cosa de poca importancia. Se había peleado con un amigo, dándose de bofetadas y palos en medio del puente del Real cuando iban a la feria a última hora.
La gente se arremolinó hacia uno de los ángulos; las mujeres chillaban; los hombres se precipitaban para introducirse en el lugar de la gresca: por algunos momentos reinó espantosa confusión en el baile. El motivo era que un hombre, sorprendiendo á su mujer allí, la estaba dando de bofetadas.
Palabra del Dia
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