Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de mayo de 2025
Pasaban las horas, pasaban los días. Centenares de obreros trabajaron con un vigor extraordinario, pretendiendo revolver la inmensa avalancha de mineral; pero tras una semana de trabajo, sólo habían avanzado algunos metros y ya no se oía nada: de la tierra no salía ningún lamento.
Sin embargo, los de Entralgo eran menos numerosos, y ante la avalancha formidable de sus enemigos no tardaron en ceder terreno. Entonces Nolo de la Braña se salió un instante del sitio de la lucha y lanzó un silbido penetrante.
Toda una avalancha de cabellos se escapó y esparció en torrentes, en largas cascadas sobre los hombros de Bettina, que se encontraba ante una ventana por donde penetraban los rayos del sol... y aquella luz radiante que daba de lleno sobre su cabellera de oro, ponía en un cuadro delicioso la espléndida belleza de la joven.
Francia presenciaba esta avalancha de acontecimientos, sobria en palabras y manifestaciones de entusiasmo. Una resolución fría y grave animaba á todos interiormente. Dos generaciones habían venido al mundo recibiendo al abrir los ojos de la razón la imagen de una guerra que forzosamente llegaría alguna vez.
La novia desaparecía bajo la granizada de azúcar: sólo se veía su cabeza con el morrión de flores, haciendo esfuerzos por librarse del pedrisco, mientras el resto del cuerpo quedaba inmovilizado bajo la dulce avalancha. ¡Vamos a juntarlos! gritaba la gente . ¡Música, música!
Al hablarle de sus miserias solicitaban una limosna, o, más audaces, le pedían, en nombre de su afición, un billete para la corrida, con el propósito de revenderlo inmediatamente. Gallardo se defendió riendo de esta avalancha que le empujaba y oprimía, sin que bastasen a libertarle los dependientes del hotel, intimidados por el respeto que inspira la popularidad.
Generalmente, los árboles caen así, sin detenerse, pero á veces la extremidad saliente de una roca ó una punta de palo clavado en el suelo, contiene la avalancha en su descenso; entonces es preciso que un hombre baje y, con exposición de su vida, pone en movimiento nuevamente los troncos detenidos.
La avalancha de dolor se esparció por el castillo. A las pocas horas, todo él estaba ocupado; no había un lecho libre; las últimas camillas quedaron á la sombra de los árboles. Funcionaban los teléfonos incesantemente; los operadores, puestos de mandil, iban de un lado á otro, trabajando con rapidez; la vida humana era sometida á los procedimientos salvadores con rudeza y celeridad.
Desde allí podía ver al ciego confiado á su custodia. Quedaron inmóviles frente á frente. Desnoyers quiso decir muchas cosas, ¡muchas! pero vaciló, no sabiendo cómo revestir de palabras sus quejas, sus súplicas, sus halagos. Por encima de esta avalancha de pensamientos emergió uno, fatal, dominante y colérico. ¿Quién es ese hombre?...
Se ocupa largamente de Rafael Pombo, el famoso autor del canto de Edda, que dio la vuelta a América, y que mereció entre la avalancha de contestaciones, una hermosísima de Carlos Guido y Spano, «Pombo según el Sr. Cané es feo, atrozmente feo. Una cabecita pequeña, boca gruesa, bigote y perilla rubia, ojos saltones y miopes, tras unas enormes gafas... Feo, muy feo.
Palabra del Dia
Otros Mirando