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Actualizado: 13 de julio de 2025
Estrelló contra el suelo el reclinatorio, derribó de un revés á su delator Ambrosio, que puso el grito en el cielo, y atropellando á los aturrullados frailes que formaban la retaguardia, bajó á escape la escalera.
Luchaban unos con otros, cayendo y levantándose en revuelta confusión, mordiéndose, saltando y atropellando entre los movimientos de su horrible contienda á Batilo y al ratonero, que, revueltos entre las patas de los contendientes, recibían los ultrajes de todos.
Hija mía dijo el anciano con vivacidad , una de las enfermedades del alma que más individuos trae a estas casas es la ambición, el afán de engrandecimiento, la envidia que los bajos tienen de los altos, y eso de querer subir atropellando a los que están arriba, no por la escalera del mérito y del trabajo, sino por la escala suelta de la intriga, o de la violencia, como si dijéramos, empujando, empujando...».
El médico hablaba en nombre de la ciencia, para la cual la falta de moralidad y el crimen sólo son resultados de la incultura ó de una regresión parcial del cerebro. Además, ¿de dónde sacaba Urquiola que porque no existiese una sanción divina para la moral, porque el hombre no sintiera el temor á los castigos eternos, se había de entregar á la violencia atropellando á sus semejantes?
Los cañoncitos del jabeque habían sido desmontados, y los sujetaron a toda prisa con cuerdas. Todos los de la Marina querían embarcarse, pero el capitán sólo escogió cincuenta hombres, y oyó misa con ellos en la iglesia de San Telmo. Al ir a izar las velas se presentó el padre de Riquer, un marino viejo, y atropellando la resistencia de su hijo se metió en el buque.
Y siguió corriendo, subió, no como un hombre sino como una araña que huye, unas escaleras, atravesó como un frenético la galería, y atropellando casi la guardia de corps que daba la centinela de la puerta exterior del cuarto de la reina, se lanzó dentro. Dióse un tremendo pechugón con una persona á la que no arrojó. Por el contrario le asió, y le detuvo.
Allí se detuvo el insecto, y allí también Julián, con el corazón palpitante, con la vista nublada, y el espíritu, por vez primera después de largos años, trastornado y enteramente fuera de quicio, al choque de una conmoción tan honda y extraordinaria, que él mismo no hubiera podido explicarse cómo le invadía, avasallándole y sacándole de su natural ser y estado, rompiendo diques, saltando vallas, venciendo obstáculos, atropellando por todo, imponiéndose con la sobrehumana potencia de los sentimientos largo tiempo comprimidos y al fin dueños absolutos del alma porque rebosan de ella, porque la inundan y sumergen.
Pero antes de que pudieran repetir el golpe brilló la espada de Simón, y uno de sus enemigos cayó atravesado de parte á parte. ¡Adelante! ¡Seguidme, y á ellos! gritó Simón, y abriendo de par en par la puerta se lanzaron los tres ingleses fuera del cuarto, atropellando violentamente á dos hombres que hallaron á su paso y bajando las escaleras á toda prisa.
Creyó ver á la bestia, eterna pesadilla de los hombres. ¿Y el mal quedaría sin castigo como tantas veces?... No había justicia; el mundo era un producto de la casualidad; todo mentiras, palabras de consuelo para que el hombre sobrelleve sin asustarse el desamparo en que vive. Le pareció que resonaba á lo lejos el galope de los cuatro jinetes apocalípticos atropellando á los humanos.
-Simplicísimo eres, Sancho -respondió don Quijote-; y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo, especialmente en los rigurosos trances que con los moros los españoles han tenido; y así, le invocan y llaman como a defensor suyo en todas las batallas que acometen, y muchas veces le han visto visiblemente en ellas, derribando, atropellando, destruyendo y matando los agarenos escuadrones; y desta verdad te pudiera traer muchos ejemplos que en las verdaderas historias españolas se cuentan.
Palabra del Dia
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