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Actualizado: 2 de junio de 2025


Lo dijo aproximándose á ella hasta lanzarle su aliento á la cara, brillándole los ojos como si por ellos se le saliera toda la verdad; y después de esto, arrepentido otra vez, miedoso, aterrado por sus palabras, echó á correr como un niño. ¡Tonet la quería!... Hacía dos días que la muchacha esperaba estas palabras, y sin embargo le causaron el efecto de una revelación inesperada.

Salió de allí verdaderamente aterrado, sin querer pararse con nadie, temeroso de que le preguntaran: «¿Habla Vd.?» Se marchó a pie sin esperar el coche, y por las calles se dijo a propio el más elocuente discurso que han oído Cámaras en el mundo. Pepe, al verle partir no pudo reprimir el gozo: ¡Ya lo creo que volveré a verla!

Nadie vió á doña Clara, que fué introducida envuelta en su manto. En efecto, sólo estaba desmayada. Aquel rudo combate la había aterrado, porque si bien doña Clara era valiente, su valor era el valor de la mujer. El cocinero mayor se quedó encerrado con ella.

Yo los casaré. ¿Por lo pronto, le tenemos ya dentro de palacio? Fray Luis ahogó en su garganta un rugido que se revolvió sordo, poderoso en su pecho. La última pregunta de la reina le había aterrado.

Quizás si las maldades que la Condesa veía urdir al Príncipe, las conspiraciones en que sabía estaba mezclado, la sangre que, según oía decir, se derramaba por obra suya, había aterrado a la pobre mujer, y deseosa de impedir que perseverara en su labor tremenda, podía haber sorprendido alguno de sus secretos, o un secreto que, no fuera suyo: ¿habría entonces, la rígida disciplina de la secta misteriosa, armado el brazo de aquel hombre y de su cómplice?

Pero, ¿no oyes, como yo, pitos confusos y alejados, un rumor que viene a extinguirse en nuestros oídos? ¡Por el disco de oro del sol! ¡es esa innoble multitud de Santa María a quien mi nombre ha aterrado! Por lo menos he visto a esa monja por segunda vez. ¡Qué hermosa es! ¡y mañana enterrada para siempre en el convento de Santa María! ¡Qué crimen!... ¡y no se la robaré a Dios!

Ignorábalo el duque, y esta ignorancia le aterraba. Además dijo el rey , orden de prisión contra don Francisco de Quevedo y don Juan Téllez Girón. Los enviaréis á Segovia. Lerma no se atrevió á replicar. Id, id; extended todas esas órdenes y traérmelas al momento para que las firme. Y el rey se levantó y escapó por una puerta de servicio. El duque quedó aterrado en medio de la cámara.

Sus mejillas se coloreaban fuertemente, los labios se encendían, las narices se dilataban, los ojos adquirían una expresión de olímpico orgullo, y todo su cuerpo se estremecía al soplo de la ira. Miguel permanecía aterrado, y al propio tiempo embelesado ante ella.

Si antes del tercero no había matado el toro, éste sería devuelto al corral, quedando el espada bajo el peso de la mayor deshonra. Gallardo, como si despertase de su sonambulismo, aterrado por esta amenaza, puso horizontal el estoque y se arrojó sobre el toro. Una estocada más, que no penetró gran cosa en el cuerpo de la fiera.

Recogí el sombrero, me lo puse, y volví á alzar la cabeza y á remitir otra sonrisa, acompañada esta vez de un ligero saludo. Pero mi agresor seguía inmóvil y aterrado sin darse cuenta ni poder explicarse las amables disposiciones en que su víctima se hallaba.

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