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Actualizado: 2 de mayo de 2025


La niña hizo una señal afirmativa: la emoción la impedía hablar. Miguel estrechó con fuerza sus manos y las llevó al corazón. D. Valentín contemplaba atónito aquella escena. Julita, desde la puerta, exclamó sentenciosamente llevándose un dedo a la frente: ¡Y luego dirá mamá que aquí no hay más que viento! Aquella misma noche volvieron D. Valentín y su sobrina a Pasajes.

El rey quedó atónito al ver en el río esta visión, porque la gente que de negro se viste, suele ser tan poco aficionada a Marte como a Neptuno.

Atónito el ministro retrocedió bruscamente en la butaca, soltando una palabrota: mas Currita, sin ofenderse por ella, ni asombrarse tampoco, dejóse caer de nuevo en su almohada como si tal cosa, diciendo con su cándida risita: ¡Vamos, vamos, Martínez!... Preciso será que se ponga usted dos parches de patata... ¡Eso refresca mucho!...

La escuchó atónito, dejó escapar un suspiro de galeote recién sujeto al banco, y tendió la vista por la oscura mansión estanqueril, como debió de hacer, al verse abandonado de sus verdugos, aquel príncipe faraónico a quien sepultaron vivo en las entrañas de la gran pirámide. Tal fin tuvieron los desórdenes quintinescos, y es fama en el barrio que jamás ha vuelto el pobre viejo a salir solo.

La encontré esta mañana por casualidad, exactamente como está, en un cajoncito secreto de un viejo escritorio que hay en la pieza de vestir de mi padre explicó. El que la debió colocar allí por precaución antes de partir para Escocia. La conservaba en mi mano completamente atónito, pero, no obstante, con el más profundo deleite.

Retiróla ésta prontamente, al sentir el contacto de los ardientes labios de Roger y salió presurosa de la habitación, dejando en manos del atónito y alborozado escudero el velo blanco que en vano había solicitado Froilán de Roda como preciadísima presea.

A todo estaba presente Sancho, embobado y atónito de ver la honra que a su señor aquellos príncipes le hacían; y, viendo las muchas ceremonias y ruegos que pasaron entre el duque y don Quijote para hacerle sentar a la cabecera de la mesa, dijo: -Si sus mercedes me dan licencia, les contaré un cuento que pasó en mi pueblo acerca desto de los asientos.

Encontrose en la escalera a su hermano, y encarándose con él, le dijo: «¡Parece mentira que con esos bigotazos te traiga alineado la cursilona de tu mujer! ¡El día que vuelva a poner los pies en tu casa, que me entierren vivo!» Y sin aguardar la respuesta del atónito brigadier, bajó en cuatro saltos la escalera y desapareció.

¡Conque arsénico...! dijo Fortunata tomándolo a broma, con esperanza de obtener así mejor efecto . Para que veas que eres un simple y un majadero, voy a tomarme yo el chocolate. Y en el acto empezó a tomarlo. Su marido la miraba atónito.

Atónito Pablo Aquiles, no sabía qué responder, temeroso de que sus hermanas se enterasen del escándalo; tuvo, sin embargo, un asomo de energía, cosa rara en él, y dijo a la mujer que se mandara mudar de prisita y en silencio. Lívida, ella chilló: ¿Irme yo? ¡pues no faltaba más! si el mismo derecho de estar en la casa que usted lo tiene mi niño, como que lleva su sangre.

Palabra del Dia

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