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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Esta circunstancia me permitió ir en la escolta que por el camino debía custodiar a tan esclarecida familia; así es que formé con los diez a caballo que galopaban a la zaga de los dos coches. ¡Ay! Por la portezuela de uno de ellos solía asomarse durante las paradas una linda cabeza, cuyos ojos se recreaban en la marcial apostura del pequeño escuadrón.

Botín es un verdugo: no la deja salir de casa; no la deja asomarse al balcón... Te digo que me gustaría que el señor Botín y yo nos viéramos un día las caras... Yo soy padrino de tu hermana, yo soy su segundo padre, y debo velar por ella... ¡Luego el pobre Riquín estará tan solo, extrañará tanto no verme a todas horas y no jugar conmigo, como antes!... Porque has de saber que Riquín no quiere a nadie más que a ; me quiere más que a su propia madre.

Después, al esparcirse la luz del alba, se levantaron todos, menos el padre, que seguía en su plácido sueño. Al asomarse las mujeres al porche, dominadas por los más lúgubres pensamientos, esperaban presenciar un cuadro horroroso: la torre destruida y colgando sobre sus ruinas el cadáver del señor.

Cierto carraspeo conocido atrajo a Febrer, y le hizo asomarse a lo alto de la escalera. Un hombre envuelto en un mantón estaba en los primeros peldaños. Era Pep. El sopar dijo brevemente, tendiéndole una cesta. Jaime la tomó. Notábase en el payés un deseo de no hablar, y él, por su parte, sintió cierto miedo de que rompiese su laconismo. ¡Bona nit!

Ahora bien: para fanatizarse es necesario que el espíritu esté formado y que nuestras ideas estén muy hechas, muy elaboradas. Ni el tierno doncel, como si dijéramos el cadete, ni la señorita, la niña, que acaba de asomarse al mundo, tienen la aptitud del fanatismo. Es un error creer que los años y la experiencia evitan que nos fanaticemos. Ocurre, precisamente todo lo contrario.

Miraba de vez en cuando al cielo, y de vez en cuando á la tierra, para ver, ya las estrellas, ya los simones. Alejo estudiaba abogacía, lo cual le aburría mucho, y no tenía más distracción que asomarse al ventanillo de su tugurio. ¿Describiré la habitación de esta desventurada excrecencia de la sociedad? : voy á describirla.

Debía levantarse; para el campo era una hora avanzada, y aquel hombre podía traer un recado interesante. ¡Ya voy! contestó Gallardo con mal humor, sin moverse de la cama. Volvió a asomarse el Nacional, y vio que el jinete avanzaba por el camino hacia el cortijo. El peón salió a su encuentro con la respuesta.

Pero hija observó doña Lupe volviendo a asomarse con oficiosidad... cree que me hace esto una impresión... ¡Y los de Orden Público que no parecen!... ¡Ah!, , la levantan... ¡Qué mujer!... Miren que ponerse en ese estado. Ahora se la llevan... Está como un cuerpo muerto decía Fortunata, acordándose de las escenas que había presenciado en el convento.

Sentóse en una banqueta frente a la mampara que lleva a las habitaciones regias, a fin de esperar que la reina la llamase o alguien saliese; mas la excitación nerviosa no la dejaba sosegar un momento, y levantóse al punto para asomarse a uno de los balcones y mirar a la plaza de la Armería; púsose luego a arreglarse los ricitos de la frente ante uno de los magníficos espejos y reparó entonces en el soberbio retrato de Alfonso XII, pintado por Casado, que habían colocado allí la víspera y se destacaba sobre la rica tapicería de seda granate con grandes flores amarillas, con todo el esplendor de una obra maestra.

Recordó el caso triste que diera origen a la capilla de Santa Felicitas y todo un profundo pasado parecía asomarse desde la región del olvido, varias generaciones cuyos individuos se habían ido extinguiendo, con las ideas, los sentimientos y las costumbres sencillas de una época muerta; salones radiantes, grandes espejos de consolas doradas, furtivos mensajes de amor jamás develados, música de serenatas despertando la calle en el patriarcal silencio del barrio dormido.

Palabra del Dia

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