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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Adelantaba la limpieza del desván: Manolita, con sus brazos nervudos, manejaba los trastos; Rita los clasificaba; Nucha los sacudía y doblaba esmeradamente; Carmen tomaba poca parte en el trajín, y menos aún en la jarana: dos o tres veces se eclipsó, para asomarse a la galería sin duda. Las demás le soltaron indirectas. ¿Qué tal está el día, Carmucha? ¿Llueve o hace sol?
El mayor, Batistet, apenas si podía ir más allá de sus campos. Aún tenía la cabeza envuelta en trapos y la cara cruzada de chirlos, luego del descomunal combate que una mañana sostuvo en el camino con otros de su edad que iban como él á recoger estiércol en Valencia. Todos los fematers del contorno se habían unido contra Batistet, y el pobre muchacho no podía asomarse al camino.
Que se pongan inmediatamente en camino para Nieva... procurando no asomarse a las ventanillas cuando pasen por aquí. Que arreglen el asunto lo más pronto posible y envíen el aviso del día y la hora a Sarrió. Tú lo recibes allí y me lo traes inmediatamente... Después ya me arreglaré para salir de aquí sin que tu padre y Cecilia lo adviertan.
Ahora bien: imagínese la consternación de nuestros personajes cuando, al asomarse al umbral de la alquería, vieron dos compañías de alemanes trepar por las faldas opuestas, entre los huertos de Grand-Fontaine, con dos piezas de artillería, arrastradas por vigorosos tiros, y que parecían colgadas del precipicio.
Al asomarse vieron luces en el fondo; gentes que se agitaban en torno de un bulto tendido sobre las baldosas. La alarma había poblado instantáneamente todas las ventanas. Era una noche sin sueño, una noche de nerviosidad, que mantenía á todos en dolorosa vigilia. Se ha matado dijo una voz que parecía surgir de un pozo . Es la alemana, que se ha matado.
La gran artista, rival de Sara, sufrió mucho, porque toda su vida fué de amor, y ese padecer acerbo informa su arte y lo fecunda. Para desesperarse, como para reír, no necesita Eleonora Duse recurrir á la vulgaridad de los gestos aprendidos: con asomarse á su propio corazón habrá hecho bastante.
Pero, ¡ai desdichado de mí, en mala hora nacido! ¿Cómo han de dar honra los que están deshonrados, i cómo las gentes sabrán distinguir la verdad de la mentira, si ellos no pueden dar lo que no tienen, i ellas ponen francas las puertas de sus entendimientos para creer todo lo malo i engañoso, i las cierran cuando ven asomarse las luces de la verdad. ¡Oh, cuán ciega i flaca es la razon humana, tan fácil para el engaño i la vileza, tan difícil para la justicia!
La vida activa la llamaba con voces enérgicas y profundas. No obstante, tampoco la inspiraban deseo de imitarlas otras compañeras suyas, a quienes veía esconder furtivamente en el corpiño la cartita, o asomarse al balcón prontas, ruborizadas y ansiosas.
Si del examen externo, esto es, del aspecto físico, pasáramos al del ente moral, veríamos en su sereno semblante reflejado fielmente su espíritu. La sonrisa que de vez en cuando erraba por sus labios como si a ellos quisieran asomarse las impresiones de su alma, era la sonrisa del hombre feliz.
Y allá en el fondo del paseo arbolado, vio asomarse la iglesia del Pilar, aquella iglesia pequeña, que más de una vez, bajo el oro del otoño en las hermosas tardes, ella contemplara desde la casa de las Aliaga imaginando idilios con Julio. ¡Cómo se habían alejado de pronto, hacia una irrealidad extraña, aquellos tiempos! Ahora le parecía otra, la iglesia del Pilar.
Palabra del Dia
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