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Actualizado: 23 de junio de 2025


La necesidad de resguardarse había obligado á los legionarios á vivir con el rostro al nivel de los cadáveres que asomaban en el corte vertical de la tierra removida.

Se levantó un cortinaje de damasco y entró una criada vieja vestida de negro, con falda lisa y pobre jubón, lo mismo que una campesina. Los cabellos grises estaban cubiertos en parte por una pañoleta obscura, a la que el tiempo y la grasa habían dado un tinte rojizo. Por debajo de la falda asomaban los pies calzados de paño, con unas medias blancas de grueso tejido.

A lo largo de la calle, la gente de las ventanas y balcones comenzaba a agitarse con extraño movimiento; los hombres se asomaban cuanto podían, las mujeres se santiguaban y persignaban a escape, levantando los ojos al cielo. Poco después todos los labios proferían una misma exclamación: ¡Los relajados! El espadero tuvo que acercar su boca al oído de Ramiro para decirle: Son los que han de morir.

Marenval se calló y su mirada se dirigió hacia los cuatro cañones cuyas bocas de cobre asomaban por la borda. Tenemos con qué defendernos ¿verdad? ¿Es eso lo que usted pensaba? preguntó Tragomer. , dijo Marenval, Pero entonces nos convertimos en verdaderos filibusteros y la ley no se anda en bromas en esos casos. Hay que tratar de que no haya conflicto... ¿Y si, á pesar de todo, es inevitable?

Hay que confesar que de parte de Maza se pusieron los menos. Los indianos, indiferentes como siempre a estas peleas, se asomaban de vez en cuando a la puerta del billar con el taco en la mano, para escuchar las razones de los contendientes, e ilustrarse. Para ellos aquellas discusiones eran muy provechosas.

Pero una ojeada á la arboleda, sobre cuyo ramaje asomaban los torreones del castillo, finalizó sus dudas. No, no... «Hay que terminar lo que se empiezaSe presentaban los últimos grupos de dragones saliendo á la carretera por diversos puntos del bosque. Llevaban sus caballos al paso, como si les doliese este retroceso.

, , estaba enamorada de él, no porque fuese rico como se decía en el pueblo, sino por su figura arrogante, por su caballerosidad, por su bondad, por su esplendidez, por todo, por todo, hasta por aquellas hebras de plata que asomaban en sus cabellos y en su bigote.

Jaulones enormes había por todas partes, llenos de pollos y gallos, los cuales asomaban la cabeza roja por entre las cañas, sedientos y fatigados, para respirar un poco de aire, y aun allí los infelices presos se daban de picotazos por aquello de si sacaste más pico que yo... si ahora me toca a sacar todo el pescuezo.

Brincaba con alegría, se retorcía, ladraba acariciando con la mirada al fiel servidor, el cual sentía que las lágrimas asomaban a sus ojos, maldiciendo del huésped y de la hora en que había llegado, pues era mucho lo que amaba a aquel hermoso animal. ¡Santo Cristo, qué va a decir el señorito Gonzalo cuando llegue, y sepa que le han matado el Polión!

No por eso dejaban de caminar a paso vivo por la amena carretera, que ceñía como una cinta blanca las faldas de las colinas. El valle se iba cerrando. Por detrás de las colinas frondosas asomaban ya sus crestas algunas montañas anunciando que los viajeros no tardarían en penetrar en otra región más fragosa, en el corazón mismo de la sierra.

Palabra del Dia

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