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Actualizado: 19 de junio de 2025


Hable usted con tres amigos en una mesa de café: no tardará mucho en arrimarse alguno que nadie del corro conozca, y con toda franqueza meterá su baza en la conversación. Vaya usted a comer a una fonda, y cuente usted con el mozo que ha de servirle como pudiera usted contar con un comensal.

Gallardo se alejó preocupado. ¡Ay! ¡Aquel hombre, que él había visto tirar el dinero en sus buenos tiempos con una arrogancia de príncipe, seguro de su porvenir!... Había perdido los ahorros en malas especulaciones. La vida del torero no era para aprender el manejo de una fortuna. ¿Y aún le proponían que se retirase de la profesión? ¡Nunca! Había que arrimarse a los toros.

Una vez en la calle, Utrilla se mostró mucho menos locuaz. Miguel se vio precisado, para sostener la conversación, a hacerle preguntas a las cuales contestaba cada vez con más concisión. Al poco rato se detuvo repentinamente y manifestó que no se sentía nada bien. Decir esto y arrimarse a un portal y echar los hígados por la boca, fue todo uno.

«¡Mardita sea!...» Todo esto representaba la degradación de la familia, la tristeza de los suyos. Gallardo avergonzábase de que tal cosa pudiera suceder. Era un crimen privarles de lo que tenían, luego de haberlos acostumbrado al bienestar. ¿Y qué era lo que debía hacer para evitarlo?... Simplemente «arrimarse» a los toros: seguir toreando como en otros tiempos... ¡El se «arrimaría»!

El Nacional, queriendo dar señales de existencia, tranquilizado ya por el aspecto cortés de esta visita, apareció con una botella de vino de la tierra y vasos. A ti también te conosco dijo el bandido, tratándole con igual llaneza que al picador . Te he visto clavar banderiyas. Cuando quieres lo hases bien; pero hay que arrimarse más... Potaje y el maestro rieron de este consejo.

Quedóse el niño parado un momento, con los ojos abiertos; dio luego una repentina media vuelta, girando sobre una pierna, y encarnado como la grana, bamboleándose cual si estuviera ebrio, fue a arrimarse a una mesita llena de caprichosas chucherías; había debajo una figura japonesa, con la boca muy abierta, y por ella arrojó el niño, con mucho disimulo, el regalo de su padre, las ¡dos pesetas!... Luego echó a correr, saliendo disparado del saloncito; detúvose un momento en el dintel, detrás de las cortinas, y agobiado, con los bracitos colgando y caída la cabecita, siguió una galería que iba a parar a la Nursery , al destierro, a la Siberia de los niños, que el desapegado egoísmo de la condesa de Albornoz había importado para sus hijos de Inglaterra a su casa.

Como la noche era tan larga y yo sabía bien lo interminable que le parecía a mi pobre tío la parte de ella que se destina por las gentes que tienen buena salud al reposo en la cama, procuré que nos acostáramos lo más tarde posible, después de haber cenado los tres sirvientes y recogídose la vasija, y vuelto todos a arrimarse a la lumbre, y probado yo, con poca fortuna, sacar a Tona de la esclavitud de una modorra que la tenía en continuo cabeceo, y a Chisco de su impasibilidad sospechosa.

Martes 8, á las 5 de la mañana, salió D. Diego Varela en lancha á reconocer dicha bahia, creyendo hallar allí la entrada al rio de San Julian; pero llegando á la boca de la bahia, comenzó á bajar la marea con gran fuerza, y al mismo tiempo arreció demasiado el viento del oeste, por lo cual no pudieron arrimarse á tierra, y estuvo muy á punto de naufragar la lancha, en la cual entró de una vez cosa de una pipa de agua: por lo cual se volvieron al navio á las tres de la tarde.

Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad, y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas se fué a servir a los que al presente vivían en el mesón de la Solana.

Prometióselo don Quijote, y juró por vida de sus pensamientos no tocarle en el pelo de la ropa, y que dejaría en toda su voluntad y albedrío el azotarse cuando quisiese. Levantóse Sancho, y desvióse de aquel lugar un buen espacio; y, yendo a arrimarse a otro árbol, sintió que le tocaban en la cabeza, y, alzando las manos, topó con dos pies de persona, con zapatos y calzas.

Palabra del Dia

rigoleto

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