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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Así que tuvo fuerzas y habilidad para hacerlo, nunca permitió que nadie arreglara aquel cuarto más que ella. Por la mañana pasaba siempre media hora de amable sosiego y dulzura limpiando los enormes sillones, que le costaba gran trabajo mover de su sitio, y haciendo la vasta cama de don Mariano. Sentíase feliz en medio de aquella habitación grave y patriarcal.
Perdóname, Laura. Pero eso ha servido para que yo supiera a tiempo la verdad. Para mal tuyo y mío. No, porque todo ahora se arreglará. Tú te casarás con Julio; demasiado sufriste en estos meses, la felicidad final debe ser tuya. Ambas rivalizaban, así, en el deseo de sacrificarse, y no parecían reparar en la presencia de Julio. Después Laura alternativamente los miró.
¡Y que tacaño se vuelve el Absoluto! Mala landre le mate, si con estas miserias logra derribar la Constitución. Deje usted andar, que ya se arreglará esto contestó el viejo dando un suspiro. Y al darlo cerró la boca de tal modo, que parecía que la mandíbula inferior se le quedaba incrustada dentro de la superior.
Sí, como yo, como nosotros, seamos francos, aquí no nos oye ningun indio, continuó el joyero; el mal está en que todos no seamos tulisanes declarados; cuando tal suceda y vayamos á habitar en los bosques, ese día se ha salvado el país, ese día nace una nueva sociedad que se arreglará ella sola... y S. E. podrá entonces jugar tranquilamente al tresillo sin necesidad de que le distraiga el secretario...
Pero las lágrimas de la anciana de cabellos blancos le conmovieron, y experimentó de nuevo un sentimiento de vaga inquietud. ¡A ver el pulso! le dijo . Bueno. No se apure usted. Todo se arreglará lo mejor posible. Yo haré todo lo que esté en mi mano. Esté usted completamente tranquila. Me consuela usted. ¡Es usted tan bueno! Se lo agradezco con toda mi alma.
¡Ni se le ponga, Baldomero! Déjelo no más... eso, se arreglará solo. Ricardo se había levantado para almorzar y había sacado de un pequeño paquete que le dio Juancito un montón de cartas que en su casi totalidad estaban dirigidas a Melchor, a quien entregándoselas le dijo: ¡Ahí tienes lectura para rato!
Era demasiado joven para no tener ideas absolutas, y pensaba con toda convicción, que en cuestión de pesares, nada es comparable a un amor desgraciado. Si el curato del Pavol se ve vacante algún día, Reina, lo aceptaré con júbilo; desgraciadamente este cambio no depende de mí. Lo sé, lo sé, pero mi tío conoce mucho al señor obispo, y arreglara todo.
Volverán los disgustos, los enojos, os pelearéis con más fuerza aún que antes; pero este rey de copas, que es la última carta, está diciendo que al cabo todo se arreglará con la bendición del cura, que os casaréis y seréis muy felices... ¿Quieres saber más, empachoso, traidor? añadió volviendo hacia el guapo su faz radiante de satisfacción y suficiencia.
¡Decir que yo maltrato a mi hija, porque quiere hacerse monja! seguía exclamando por lo bajo Osuna, mientras ayudaba a la huéspeda. ¡Canalla, más que canalla! Señor Osuna, dispénseme usted... Yo lo creía así dijo el sacerdote. Bueno, bueno. Ya se arreglará esa cuestión en Peñascosa profirió D. Martín con su energía característica. Ahora, ¡largo de aquí!... ¡largo!
¡Eso me parece muy natural! ¡Ah!... ¡Sí!... «¡muy natural!» Llevarme tribulaciones, angustias, conflictos de todo género, para que yo los consolase o los arreglara y el día que me tocaba quejarme a mí, encontrarme solo entre las cuatro paredes de mi cuarto. ¡Pero tú no puedes decir eso, Melchor! ¡Tú menos que nadie! ¡Bah!... Con excepción de Ricardo y de ti, ¿dime? ¿cuáles son mis amigos ahora?
Palabra del Dia
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