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Actualizado: 3 de julio de 2025
¡Eso me parece muy natural! ¡Ah!... ¡Sí!... «¡muy natural!» Llevarme tribulaciones, angustias, conflictos de todo género, para que yo los consolase o los arreglara y el día que me tocaba quejarme a mí, encontrarme solo entre las cuatro paredes de mi cuarto. ¡Pero tú no puedes decir eso, Melchor! ¡Tú menos que nadie! ¡Bah!... Con excepción de Ricardo y de ti, ¿dime? ¿cuáles son mis amigos ahora?
Otrosí, abogaban a voces por Margarita su miserable fortuna, su orfandad y su abandono, en tanto que la riquísima doña Guiomar otra desgracia más que la del amor no tenía, y podría suceder muy bien que de ella se consolase, y todo al fin se redujese a contrariedad y despecho, que el tiempo iría gastando, hasta que al fin aquello no fuese para ella más que un enojoso recuerdo.
¡Pobre fray Gabriel! dijo don Modesto, conmovido por los recuerdos que acababa de despertar su patrona . Todos los viernes de su vida vino al Cristo del Socorro para pedirle una buena muerte. Después de la de su bienhechora venía todos los días, porque ya no le quedaba más que aquel buen Señor, que le comprendiese y le consolase.
Y no hay más remedio». Quería que le consolase el reflexionar que por ella era todo aquello, que por ella había él vuelto a sentir con vigor las pasiones de la juventud que creyera muertas, y que por ella, por respetar su pureza, se encenagaba él en antiguos charcos; pero esta idea no le consolaba, no apagaba el remordimiento.
»Duro se nos hizo de creer la continencia del mozo, pero ella lo afirmó con tantas veras, que fueron parte para que el desconsolado padre se consolase, no haciendo cuenta de las riquezas que le llevaban, pues le habían dejado a su hija con la joya que, si una vez se pierde, no deja esperanza de que jamás se cobre.
El único libro que estaba entre los papeles de la mesa de trabajo, dorado y con broches, cual un devocionario elegante, era el Yacht Register de más reciente publicación, como si el millonario encadenado por sus negocios, se consolase siguiendo con el pensamiento á los potentados de la tierra que más dichosos que él, podían vagar por los mares.
Ven a verme al punto. Te quiere tu Luz». No hay que decir que doña Manolita estuvo a los pocos minutos en el cuarto de doña Luz, la cual se echó en sus brazos, llorando con mucha ternura y besándola y llamándola su único consuelo. Todo lo vas a saber le dijo . Me moriría si no me consolase diciéndotelo. Tú eres buena y sigilosa. ¿Prometes callarte? Lo prometo contestó la hija del médico.
Palabra del Dia
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