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Actualizado: 13 de junio de 2025
Cuando ya debía de estar en su casa el temerario, alguno de los que quedaban, decía de repente: Como ese otro.... Y todos sabían que aquel gesto de señalar a la puerta y tales palabras significaban: ¡Fuego graneado! Y no le quedaba hueso sano a ese otro. El Arcipreste no era de los que menos murmuraban.
Y hoy los mismos viejos que denigran a los poetas innovadores encuentran muy lógico y natural componer una décima. El arcipreste de Hita se complace en haber mostrado a los simples fablas et versos extrannos. Fue un innovador estupendo, y esos versos extrannos causarían de seguro el horror de los viejos de su tiempo.
Entre su madre y él, puede que no gasten doce mil reales al año decía muy serio Ripamilán, el venerable Arcipreste .
Y se cerró en estocadas estrechas, obligando al contrario á repararse con cuidado. ¡Ah! ¡ah! murmuró el joven ; en la corte no saben más que echar plantas; paréceme que ya le tengo para el desarme de mi tío el arcipreste. ¡Veamos! ¡Pobre hombre! ¡Bah! ¡estáis preso! ¡Sois mío!
Por toda respuesta, el Tuerto de Castrodorna hizo asomar al borde de su faja el extremo de una navaja de cachas amarillas, que volvió a ocultar al punto. El arcipreste, que había perdido los bríos con la obesidad y los años, sobresaltóse mucho. Déjese de calaveradas, mi amigo. Por si acaso, me parece oportuno salir por la puerta de atrás. ¿Eh?
Digo, que acabo de llegar dijo Juan Montiño con cierta tiesura, excitado por el carácter repulsivo de su tío. ¿Pero de dónde acabáis de llegar?... De Navalcarnero. ¡Ah! ¿y quién os envía? Pudiera suceder muy bien que hubiera venido sólo por conocer al hermano menor de mi difunto padre; pero no he venido por eso; vengo porque me envía mi tío Pedro Martínez Montiño, el arcipreste.
La presencia del Provisor contuvo al señor Arcipreste, que, cortando la cita, añadió: ¿Parece que hemos tenido faldas por aquí, señor De Pas? Y sin esperar respuesta hizo picarescas alusiones corteses, pero un poco verdes, a la hermosura esplendorosa de la viudita.
Si le traían a cuento el capítulo de las aventuras amorosas, que no pasaban de ser rumores anónimos, sin fundamento que hiciera prueba, el Arcipreste sonreía al negar, dando a entender que aquello era posible, pero importaba menos.
Seguía reparando que algunos abades se mostraban con él así como airados o resentidos, en especial el arcipreste, el más encariñado con la casa de Ulloa; pues mientras el cura de Boán y aun el de Naya atendían sobre todo al triunfo político, el arcipreste miraba principalmente al esplendor del hidalgo solar, al buen nombre de los Moscosos.
Pues tiene mucho que ver; porque el Arcipreste ha pedido auxilio al otro; quiere dejarle la carga de la conciencia de la otra. Muchacho, muchacho, que te resbalas advirtió el padre del deslenguado, que estaba presente y admiraba la desfachatez de su hijo, adquirida positivamente en Madrid, y muy a su costa.
Palabra del Dia
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