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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Y respecto del Judas, ¿cómo quería usted que lo pudiésemos desenmascarar, si ahora, lo mismo que en tiempo de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, tenía la bolsa en la mano? A ver, señor arcipreste, ¿quién nos ha facilitado las municiones para esta batalla? ¿Que quién las ha facilitado? En realidad de verdad, la casa de Ulloa. ¿Las tenía disponibles? ¿Sí o no? Ahí está el toque.
Hazme el favor de no volverme loco, ¿eh?, que para eso bastante tengo con el viento maldito. ¡No quiero oír, no quiero oír más! declaró esto en ocasión que su montecristo se alzaba rápidamente a impulsos de una ráfaga mayor, y se volvía todo hacia arriba, dejando al arcipreste como suelen pintar a Venus en la concha.
Los demás empezaron a estorbarse oyendo juntos aquellas murmuraciones. El Arcipreste clavaba los ojuelos negros y punzantes en el Magistral, confesor de Obdulia; parecía buscar su testimonio. El Provisor no estaba allí más que para hablar a solas con don Cayetano. Sufría sus impertinencias con calma. Le estimaba.
Vengo á traer á mi tío el cocinero una carta de mi tío el arcipreste. ¡Ah! ¿y de dónde venís...! De Navalcarnero. ¿Y nunca habéis salido de esa villa? Sí, por cierto, señora. He cursado en la Universidad de Alcalá. ¡Ah! ¡ya decía yo! ¿Y qué decíais vos? Que no érais novicio. ¡Estudiante! ¡ya! Y estudiante de teología. ¿Y ordenado? No por cierto.
Consérvate bueno y recibe muchos recuerdos de tu tía y de toda la demás familia, y un fuerte y cariñoso abrazo de tu tío Vegalora 18 de Setiembre de 187... Del provisor de la Diócesis al párroco de la Segada y arcipreste del concejo de Vegalora.
El Arcipreste, a quien en Santiago conocían por el apodo de Sobres de Envelopes, a causa de una candorosa pregunta en mal hora formulada en una tienda, había sido en otro tiempo, cuando simple abad de Anles, el mejor instrumento electoral conocido.
Eso es muy cierto respondió don Eugenio, que rara vez contradecía de frente a sus interlocutores ; a mí me gusta, como al que más, que la casa de los Pazos de Ulloa represente a Cebre; y si no fuese por cosas que todos sabemos.... El arcipreste, muy grave, sorbió el fusique o cañuto.
El Magistral al recordar este pasaje del discurso del Arcipreste se acordó también de que él se había puesto como una amapola. «¡Lo mejor será que ustedes se entiendan!». En esta frase que don Cayetano había dicho sin asomos de malicia, encontraba don Fermín motivo para meditar horas y horas. Toda la noche había pensado en ello.
Sí, Luisa, sí; me obliga el hacer un pequeño viaje ahora mismo, un asunto bien desagradable. ¡Y con esta noche!... dijo Luisa. Mi hermano el arcipreste dijo tristemente el cocinero mayor se muere, y acaso no llegue á tiempo ni aun de cerrarle los ojos. ¡Oh! ¡qué desgracia! dijo Luisa. ¡Está de Dios que yo no conozca á ningún pariente mío! añadió Inés.
Aunque era don Cayetano canónigo y tenía nada menos que la dignidad de arcipreste, que le valía el honor de sentarse en el coro a la derecha del Obispo, considerábase él digno de respeto y aun de admiración no por estos vulgares títulos, ni por la cruz que le hacía ilustrísimo, sino por el don inapreciable de poeta bucólico y epigramático. Sus dioses eran Garcilaso y Marcial, su ilustre paisano.
Palabra del Dia
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