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Actualizado: 14 de mayo de 2025


, Mabel, otra vez estamos de vuelta le dije, estrechando su mano entre las mías y mirándola a los ojos. ¡He descubierto el secreto de su padre! ¿Qué? gritó con ansiosa sorpresa, ¿lo ha descubierto? Dígame lo que es... dígamelo insistió sin aliento.

Aún no creo que hayas podido estar en aquella maldita casa. ¿En qué casa? dijo Clara, como afectada de profunda confusión. Allí, en casa de esas mujeres contestó él con tristeza, recordando los dolores de aquella vivienda. ¡Ay! exclamó Clara. Yo no quiero volver; quiero morirme aquí antes que volver. Estoy en casa de Pascuala, ¿no? Al decir esto, reconocía el sitio con ansiosa mirada.

Vaciló; pero fue obra de un instante: carraspeó para afianzar la voz y exhaló un: Lo juro. Hubo un momento de silencio en que sólo se escuchó el delgado silbo del aire cruzando las copas de los olmos del camino y el lejano quejido del mar. ¿Por el alma de su madre?, ¿por su condenación eterna? Baltasar, con ahogada voz, articuló el perjurio. ¿Delante de la cara de Dios? prosiguió Amparo ansiosa.

Aquélla es la célebre Fontana de Oro, café y fonda, según el cartel que hay sobre la puerta; es el centro de reunión de la juventud ardiente, bulliciosa, inquieta por la impaciencia y la inspiración, ansiosa de estimular las pasiones del pueblo y de oír su aplauso irreflexivo. Allí se había constituido un club, el más célebre é influyente de aquella época.

Con acento contenido y amoroso le suplicó, casi al oído: ¿No te he dicho que mientras yo esté en Rucanto no debes temer nada? Tenía Carmen cuajados de lágrimas los ojos y era presa de una emoción confusa, entre grata y doliente. Llena de sinceridad infantil interrogó ansiosa: Y ¿estarás aquí mucho?...

Y esta es la Elena se dijo que, igual á la del viejo poeta, originó la guerra entre los hombres en un rincón de la tierra... La duda formulaba preguntas en su interior. ¿Había sido esta mujer verdaderamente mala, con plena conciencia de su perversidad?... ¿Era una ansiosa de los placeres de la vida, que avanzaba inconsciente, sin reparar en lo que iba aplastando bajo sus pies?...

Ataide, mudo, asombrado, en negras ánsias perdido, en la duda estremecido, en un misterio anegado, dudando si era soñado aquel torrente de hiel, ó una realidad cruel que su esperanza rompia, á su madre sostenia, ansiosa abrazada á él.

Ya habéis dicho que hablemos con juicio, y es una locura pensar que puedan amarse como hermanos un hombre como vos y una mujer como yo. Vivamos como amantes. ¡Como amantes! ¿pues qué, no os vais de Madrid? por cierto; pero por el mismo camino que yo me vaya podéis ir vos. Y bien; suponiendo que yo consienta... Y Dorotea miraba de una manera ansiosa á don Juan.

A los pocos momentos apareció el rostro pálido y suave de Josefina. Paseó sus ojos tristes por la sala, y a una seña de su madrina dirigió sus pasos al gabinete. Al cruzar por detrás del conde, volviose éste a medias y le echó una mirada rápida y ansiosa, que no pasó inadvertida a la sagacidad de sus interlocutores. La niña levantó sus ojos hacia él, brillando con sonrisa feliz.

Pero dígame añadí en voz baja y ansiosa, qué ha sido lo que ha descubierto esta noche que tanto la ha impresionado? Casi he encontrado la prueba de un hecho que durante años he temido que fuera cierto; un hecho que no sólo afecta la memoria de mi pobre padre, sino que también me afecta a . Estoy en peligro... , en peligro personal.

Palabra del Dia

evocaban

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