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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Está aturdido; la visita le ha dejado insensible. Hay en su cuerpo algo del efecto de una paliza; pero está fortificado interiormente. Isidora aguarda ansiosa. Está pálida y ha llorado un poco, porque no puede apartar del pensamiento que su hijo y su padrino no tienen qué comer aquella tarde. «¡Cuánto has tardado! Es pesadito ese señor. En fin, amigo, yo siento molestarte.

Ya la curiosidad pública se había despertado, más ansiosa que nunca, al saberse que la instrucción no estaba cerrada aún como se decía primero; que el magistrado desconfiaba de la confesión de Alejandra Natzichet, y que todo volvía a quedar sujeto a nuevas dudas en el momento en que el misterio parecía descubierto.

Me estremezco de alegría al pensar que voy a mostrar a Yolanda su nueva morada bajo una gloria semejante. Y esta alegría se la debo a Lotario, a mi querido muchacho... Tal vez le debo más todavía, por que la primera impresión decide a veces de toda una existencia... ella se ha inclinado hacia la ventanilla, y, al resplandor de los fuegos, veo sus ojos animados por una curiosidad ávida, ansiosa.

La razon humana devorada por su sed de ciencia, llena de actividad y ansiosa de libertad, habia roto el vínculo de la autoridad religiosa, única que por entonces le era molesta.

Se desdoblaba su interior, surgiendo junto á la mujer de gustos frívolos ansiosa de comodidades y grandezas, otra que era la de las temibles energías, la de las extremas resoluciones en las horas difíciles, la que no vacilaba ante la crueldad. Y esta mujer, al despertarse, aconsejaba imperiosamente á su compañera: «No dejes que se marche. El destino te lo envía

Cerca de la proa se produjo una columna de humo, de gases en expansión, de vapores amarillentos y fulminantes, subiendo por su centro en forma de abanico un chorro de objetos negros, maderas rotas, pedazos de plancha metálica, cuerdas inflamadas que se disolvían en ceniza. Ulises ya no dudó. Acababan de recibir un torpedazo. Su mirada ansiosa se esparcía sobre las aguas.

Sin duda, no había recobrado su brillante alegría de otros tiempos, que esos siete años de ansiosa espera parecían haberse llevado irrevocablemente; ni cantos ni risas se escapaban ya de sus labios, pero un brillo suave y cálido animaba sus facciones como si una luz salida del alma, las iluminara.

Cuando por hasta el cielo su voz vuela ligera, soy como el pobre esclavo sentado en la ladera, que al borde del camino deja el fardo cruel. Me siento descansado, que la carga espantosa de penas y de errores que agobia mi alma ansiosa, tu rezo bendecido hace volar con él. á rogar por tu padre.

Se levantó, se puso apresuradamente un peinador blanco, y abriendo la puerta, escuchó en efecto quejidos que partían del cuarto de su padre. Corrió hacia él. Juan estaba inclinado sobre el lecho. ¿Qué hay? interrogó ansiosa, en voz baja. Al oír su voz el joven se estremeció y contestó sin volverse: Sufre... no lo encuentro bien... todavía no ha tenido un momento de descanso.

Clara, llena de horror y de ansiosa curiosidad á la vez, oía á su madre y pugnaba por comprender todo él arcano tremendo. Al sonar las últimas palabras, que iban dirigidas á ella, se cubrió Clara el rostro con ambas manos. Bien puedes estar satisfecha continuó Doña Blanca. Te tenía olvidada; pero al cabo se acordó de é hizo un gran sacrificio.

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