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Actualizado: 22 de mayo de 2025


»Creo que en cinco semanas no habré dormido en junto unas cuarenta y ocho horas. ¡Gracias a que muy pronto descansaré por toda una eternidad! »Hoy, cualquiera que viese mi rostro demacrado y mi frente rugosa, no reconocería en , a aquel joven apasionado, alegre, lleno de vida y henchido de esperanza hace dos meses. Estoy aniquilado, envejecido; en cuarenta días he vivido cuarenta años.

Los tipos que se esfuerza en imaginar no son solamente defectuosos e incorrectos, son falsos. No son tipos, son fichas especiales cuyo valor ficticio queda aniquilado a la primera prueba del ensayador. Hay cien veces menos realidad moral en los caracteres de Saint-Preux, de Julia y de Volmar, que en los del Ogro y Pulgarcito.

Arrojando este último grito, que agonizó en su garganta, el anciano, inútilmente sostenido por las manos piadosas de su nieta, cayó como aniquilado en su sillón. A un signo imperioso de la señorita Laroque, salí. Hallé el camino como pude á través del dédalo de corredores y de escaleras, lamentándome vivamente de lo inoportuno que había estado en mi entrevista con el viejo capitán de L'Aimable.

Currita dio una rápida media vuelta, apretando los puños y echando atrás la cabeza cual si fuera a embestir al mayordomo, fijando en él la mirada de sus claros ojos, enormemente abiertos, que reflejaban toda la ira del que recibe un salivazo en el rostro, todo el espanto del que ve derrumbarse una última esperanza, toda la solapada e impotente amenaza que encierra el terror del débil, aniquilado por una mano más fuerte...

¿Es por ventura el mundo tan estrecho? exclamó Ester fijando su profunda mirada en los ojos del ministro, y ejerciendo instintivamente un poder magnético sobre un espíritu tan aniquilado y sumiso que apenas podía mantenerlo en pie. ¿Se reduce el universo á los límites de esa población, que hace poco no era sino un desierto, tan solitario como esta selva en que estamos? ¿Á dónde conduce ese sendero?

Pues bien, ese hombre que está ahí reducido á la nada, aniquilado, ese hombre es el cocinero de su majestad. No os comprendo. Doña Clara vive en palacio. ¿Y qué?... Un plato de las cocinas del rey, puede bajar al aposento de doña Clara. ¡Oh! ¡! ¡es verdad! ¡yo me vengaré del desamor de don Juan!

No era más que humo: se consideraba subiendo en espiral renegrida, y siempre quemándose, siempre quemándose y consumiéndose; difundido ya, aniquilado, evaporado, acabado... hasta que al fin despertó, cubierto todo con el sudor de la agonía. Despertó, porque un ruido de voces resonaba á su lado. La puerta de la prisión se había abierto. Era la caída de la tarde.

Jacobo, solo en la popa bajo la vela hinchada por el viento, apoyado en la borda y aniquilado de cansancio por los esfuerzos impuestos á su cuerpo debilitado, dejó su débil cabeza balancearse á merced del vaivén del barco, y en la dulce y tibia noche experimentó por primera vez después de mucho tiempo una sensación deliciosa de paz y de tranquilidad.

El sueño impalpable comenzaba a bajar sobre mis párpados, cuando al pie mismo de mi cama, casi a mi oído, resonó el canto de gallo más histérico y estridente que me haya rasgado el tímpano sobre la tierra. ¡Quedé aniquilado! Además de comprender que la alpargata sería inocua contra semejante enemigo, vi que todos dormían.

Mis fuerzas se han agotado desde hace tiempo. Ya antes, esa larga espera me había aniquilado. Por eso deseaba verte tan ardientemente, porque pensaba que muy pronto todo concluiría; antes de partir quería arreglar todo entre vosotros dos. Pero, sea como fuere, tarde o temprano tendré que pasar por eso, y quiero antes estar segura de que dejo a ambos, al niño y a él, en buenas manos.

Palabra del Dia

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