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Actualizado: 12 de junio de 2025


Su hijo, mi compañero de colegio, me parecía menos temible, y en ciertas ocasiones no tenía miedo de ir con él á todas partes; sin embargo, no podía remediar el error de ver en mi simpático amiguito un sér misterioso, con cierto dominio sobre las fuerzas de la naturaleza.

Oiga usted, amiguito, eso que está usted diciendo es herético. Yo digo lo que se me antoja. Es usted un badulaque. Y usted un... ¡Alto, señores!... ¡Alto!... ¡Un poco de calma!... ¡No irritarse!... Hubo algunos instantes de confusión. El presbítero quería arrojarse sobre Moreno y Moreno sobre el presbítero. A duras penas lograron contenerlos, sobre todo al primero, que era hombre de bríos.

No hay efecto sin causa, respondió modestamente Candido; todo está encadenado por necesidad, y ordenado para lo mejor: ha sido necesario que me echaran de casa de la baronesita Cunegunda, y que pasara baquetas, y es necesario que mendigue el pan hasta que le pueda ganar; nada de esto podia ménos de suceder. Amiguito, le dixo el orador, ¿crees que el papa es el ante-cristo?

«Pero Nepomuceno, Körner, el primo Sebastián, Marta, las de Ferraz, Minghetti, no iban a parir; ¿por qué no se atrevía con ellos? ¿Por qué no echaba de casa a los parásitos? ¿Por qué no ponía orden en los gastos, y orden en las costumbres de su hogar, inundado por aquel holgorio perpetuo?... Sobre todo, ¿por qué no se encerraba con Nepomuceno y le decía: ¡Eh, eh, amiguito; hasta aquí hemos llegado!

¡Hola, amiguito! arguyó la de Aymaret riendo . ¡Bueno, voy a darle una cita para mañana! Acercóse a su escritorio y escribió este corto billete: «Querida, quisiera verte un instante a solas, tengo algo que decirte. Mañana a las 10 estaré en tu casa. Mil besos. Elisa

Hubo un instante en que los expedicionarios salieron de los pasadizos a plaza más despejada; era una especie de cueva circular, con tragaluz, y en su fondo bostezaban las anchas fauces del pozo Lucas, lleno de un agua soñolienta, sombría y honda. El pilluelo acercó curioso su lámpara. La guardiana le asió del brazo. Eh, amiguito, cuidado con caerse ahí.

El amor, no es más que fatigas y dolores. Basta de amor, que harto conozco ya lo que trae consigo. Volemos otra vez, y vamos a donde quieras, amiguito. De veras te digo que me cargan estos árboles y este río: estoy ya hasta la corona de céspedes, prados, arroyos y pajarillos. Démonos una vueltecita por esos mundos. Levántame: quiero subir hasta las nubes.

A veces se remontaba tanto, que parecía confundirse con las nubes y perderse en los inmensos océanos del espacio; á veces descendía tanto, que casi casi tocaba á la tierra, y en su lenguaje ignoto decía al viento: «Bájame un poco, amigo, que me mareo en estas alturas,» ó «levántame por favor, amiguito, que voy á caer en ese lodazal

Si esos signos representan algo repuso Santorcaz , es referente al primero que los usó, a sus hazañas, si las hizo, o a sus privilegios, si los tuvo; pero hoy, amiguito, tales pinturas no valen de nada, y dentro de algunos años, los que las posean sin dinero, serán unos pobres pelagatos, a quienes nadie se arrimará, así como todo aquel que haya hecho una fortuna con su trabajo o descuelle por su talento, será bienquisto en el mundo, aunque no tenga ni un adarme de lagartija en su escudo.

Al acabar la pieza llegó don Carlos: Vamos, amiguito: un partido de ajedrez.... Desde ese día me persiguió a todas horas el recuerdo de Gabriela; me pasaba yo el día pensando en ella, y las horas eran instantes cuando estaba yo a su lado. Entonces que solía yo olvidarme de Angelina. ¿Amor? ¿Amistad? ¿Amor, si, amor?... ¿No ha dicho Byron que la amistad es el amor sin alas

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