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Actualizado: 12 de junio de 2025


A mi casa me voy con mi mujer y mis hijos, pues ya he cumplido, y dentro de unos días me han de dar la licencia. Pues no podrá usted quejarse, amiguito, si le tocó ir en el Rayo, navío que apenas entró en acción. Yo no estaba en el Rayo, sino en el Bahama, que sin duda fue de los barcos que mejor y por más tiempo pelearon. Ha sido apresado, y su comandante murió, si no recuerdo mal.

Me parece que su amiguito Pepe Castro no es de los que se muerden la lengua para echar por el suelo una honra. Clementina, hasta ahora no le he cogido tras de ninguna mentira. Todo Madrid sabe que es hombre de mucha suerte con las mujeres. ¡No por qué! replicó con un mohín de desdén la dama.

Ya verás cómo la arregla tu mamá... Pobretín, tan chiquitito y ya le quieren deshonrar... Y mi niño es el rey de España, y nada tiene que ver con Ballester, que es su amiguito y nada más... Y mi niño es de quien es, y no hay otro en la casa, ni le habrá, ¿verdad?... ¿verdad, gloria, cielo, alegría del mundo?». xiii

Su vista acabó de serenar al conde, porque casi excedía aquella suma a la que tenía él de banca, y ya imaginaba que iba a ganársela al novato. No hay que calentarse mucho la cabeza en este juego dijo D. Luis . Ya me parece que le entiendo. Pongo dinero a una carta, y si sale la carta, gano, y si sale la contraria, gana Vd. Así es, amiguito; tiene Vd. un entendimiento macho.

Una noche, en que creí encontrarles a ambos la hallé sola: hasta después de estar sentado en su gabinete no me dijo que Perico había salido, y cuando quise marcharme añadió entre seria y burlona: ¡Quiá, amiguito! tenemos que hablar.

Este sendero y la humana figura detenida en él llamaron vivamente la atención de Golfín, que dirigiendo gozosa mirada al cielo, exclamó: ¡Gracias a Dios!, al fin salió esa loca. Ya podemos saber dónde estamos. No sospechaba yo que tan cerca de existiera esta senda.... Pero si es un camino.... ¡Hola!, amiguito, ¿puede usted decirme si estoy en las minas de Socartes?

¡Ah! , ¿uno muy urquizista? El mismo. ¡Ah! Adiós, amiguito me dijo el señor curioso, que tanto se interesaba por saber de , tomándome del brazo y deteniéndome mientras mi tía ya pisaba la calle; adiós... cuatro balas merecía éste como el padre agregó en el mismo umbral de la puerta, frunciendo el gesto.

Venía cansadísimo, fatigado, como perro jadeante, apoyándose en el bastón de puño de oro, arrollada sobre los hombros la española capa, echado hacia la nuca el sombrero de copa. Había ido a pasear por los callejones de Barrio Viejo su esponjada prosopeya. Al verme se detuvo: Amiguito: ¿va usted a donde todos, no es eso? ¡Vengo medio muerto! ¿Llegó usted hasta la cascada? ¡Guárdeme el Cielo!

No había allí otra persona que el señor Pinilla, que se paseaba muy agitado con las manos metidas en los bolsillos y el sombrero enterrado hasta los ojos. ¡Hola, amiguito! dijo al ver á Lázaro. ¿Cómo usted por aquí á estas horas? Busco á mi tío. ¡Ah! No le hallará usted. Está en una parte ... Ya yo dónde está. Está donde entran pocos. ¿No vendrá esta noche?

Y añadía para : Si esta idea no implicara la pérdida de un ser tan querido, me regocijaría con ella.... ¡Qué chasco para el amiguito! ¿eh?... ¡Pero no, Señor Dios Poderoso! ¡Barástolis, no! Antes de matarla a ella, mátame tres veces a , y que mi salvación me consuele de su felicidad.

Palabra del Dia

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