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En fin, tanto insistieron, que Ana, puestos los ojos en los de Mesía, prometió solemnemente ir al teatro. Y fue. El teatro de Vetusta, o sea nuestro Coliseo de la plaza del Pan, según le llamaba en elegante perífrasis el gacetillero y crítico de El Lábaro, era un antiguo corral de comedias que amenazaba ruina y daba entrada gratis a todos los vientos de la rosa náutica.

La de Belarmino, como ustedes no ignoran, era de frenético arrebato, se propagaba como fuego, causaba escándalo a los corazones sensibles, inducía al desprecio de las cosas santas y amenazaba provocar mayores daños. Este frenesí ya se le pasó, gracias a la caridad de ustedes. ¿Qué más podemos desear? El Belarmino terrible ha dejado de existir.

Ya era la mitad de Diciembre y amenazaba el cielo inundar las campañas con las lluvias, que cerraban el camino para la vuelta; pero con todo eso, porque tantos trabajos no quedasen frustrados, quiso gastar otros ocho días en aquella empresa que tantos, y no más, parecían necesarios para llegar á las costas del Paraguay, como lo afirmaban algunos indios viejos, quienes por unas montañas fragosas que tenían delante, se acordaban del país, por donde cuando mozos anduvieron con sus paisanos para mover guerra á los Guarayos que viven á la ribera del río Paraguay.

Vivía a solas con su aburrimiento, complaciéndose en hacerlo más insoportable, agitada por una cólera sorda que amenazaba estallar a cada instante: en la apariencia tranquila, aceptando gustosa su papel, tratando con superioridad cortés a los que se la acercaban. El desgraciado accidente sobrevenido a su esposo distrajo un poco su hastío e infundió en su corazón momentáneo sentimiento de piedad.

Por la noche se tomaron las medidas mas oportunas á precaver el peligro que amenazaba la inmediacion del enemigo, ya bastante diestro en aprovechar las ocasiones de poner en egecucion sus cautelas: y en efecto, no fueron inutiles, porque á las 2 de la mañana dió aviso el Castillo de Guansapata, que se ponia en movimiento.

En 1512 reedificaron los descendientes de D. Pedro Muñiz de Godoy por intimacion del cabildo la capilla de S. Pablo, que tambien amenazaba ruina. Pero de estas obras es sin duda la mas notable la de las puertas.

Pepita recordaba sus terrores de la niñez, cuando su aña, para imponerla silencio, la amenazaba con llamar á la Dama de Amboto, especie de hada maléfica, hija de un Jaun, de un caudillo legendario, que vivía como encantada en lo alto del peñasco y únicamente salía de su cueva para quemar las mieses, matar niños y perseguir á los pobres aldeanos con toda clase de maleficios.

De modo que no es todavía esta vez cuando te llevo conmigo, tía Liette... ¡Cómo! mal muchacho, ¿quieres llevarte a mi vecina? Y el señor Hardoin que entraba le amenazaba alegremente con el dedo. , padrino, y a usted también si quiere. ¡Oh! si no dependiera más que de , daría con gusto la vuelta al mundo... ¿Dejar el despacho? ¿Usted? ¡Imposible!

En el sitio correspondiente a las grandes rejas que dan a la plaza de Oriente, sobre la cornisa, la huelga duraba toda la noche con gran animación, risas, guitarreo y algún refresco de horchata de cepas. Doña Cándida trinaba contra estos desórdenes, porque no podía pegar los ojos en toda la noche, y amenazaba a los transgresores con denunciarlos al Inspector general.

-Pues, en verdad -dijo el cura- que no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tomad, señora ama: abrid esa ventana y echadle al corral, y principio al montón de la hoguera que se ha de hacer. Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandián fue volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba. -Adelante -dijo el cura.