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Actualizado: 7 de julio de 2025


LA CONDESA. ¡Se equivoca usted! ¡Era una mujer honrada en toda la extensión de la palabra...! Tomó un amante; pero, al mismo tiempo, tomó un oficio que no lo parecía. Como era muy artista, hízose de improviso profesora de decorado práctico. Va usted a serle presentada, porque le he pedido una cita y nos espera. ¡Ya verá usted...! ¡Es una mujer exquisita...! ¿Subimos...?

Tenía además la doña Rosalía un amante del comercio, que la visitaba todas las noches, en compañía de una guitarra; y era este amante un ser creado de encargo por el infierno para cantar y tocar toda la noche en aquella casa y no dejar dormir á las dos sastras de ropas sagradas.

Por segunda vez el amante de Serafina tuvo remordimientos por su infidelidad en el pecado.

Mientras estuvo enferma meditó mucho: la fiebre exaltaba su imaginación, exacerbaba su aburrimiento, hacía crecer los agravios que creía haber recibido de su amante. Cuando se levantó del lecho estaba decidida a romper sus relaciones con él. Se hallaba harta de aquel sinapismo.

¡Cierto que fue gracioso! , pero por Dios, don Juan, de éstas pocas. Acompañé largo rato a mi amante desconocida, siguiendo la broma lo mejor que pude... el lector comprenderá fácilmente que bendije las máscaras, y sobre todo el talismán de mi impagable dominó.

Había cometido la primer infamia; y como en esos casos, sentí el vértigo de enlodarme más aún. ¡Es claro! apoyé brutalmente porque de no has tenido queja...¿no? Es decir: te hice el honor de ser tu amante, y debes estarme agradecida. Comprendió más mi sonrisa que las palabras, y salí a buscar mi sombrero en el corredor, mientras que con un ¡ah!, su cuerpo y su alma se desplomaban en la sala.

El había llegado, vestido igualmente de oficial de artillería, pero solo, teniendo que confiar su maleta á un hombre de buena voluntad salido de la muchedumbre. Julio hizo un gesto de interrogación. ¿Quién era él? Lo sospechaba, pero fingió ignorancia, como si temiese conocer la verdad. Laurier contestó ella lacónicamente . Mi antiguo marido. El amante mostró una ironía cruel.

Llegaba con la alegría del asueto que siente el colegial ó el empleado en los días libres. Al pesar obligaciones sobre ella, había conocido el valor del tiempo. Hoy no hay clase gritaba al entrar. Y arrojando su sombrero en un diván, iniciaba un paso de danza, huyendo con infantiles encogimientos de los brazos de su amante.

Mientras el marino volvía á atacar su desayuno, con la familiaridad de un amante que ha llegado á la posesión y no necesita ocultar y poetizar sus necesidades groseras, ella se sentó en una vieja chaise longue, encendiendo un cigarrillo. Se replegó en este asiento, con las piernas encogidas y formando ángulo dentro del círculo de uno de sus brazos.

El amante pide al cielo venganza si falta después á sus promesas: Plegue á Dios, prenda querida, Si llorares ofendida Mi lealtad y fe inconstante, Que vengativo levante Peligros contra mi vida Cuanto esta máquina encierra: Si navegare, la guerra Del mar, llevándome á pique, Naufragios me notifique Inauditos; si en la tierra, Entre caribes adustos, Abrasados arenales, Tigres del monte robustos, Rayos de nubes mortales, Rigores del cielo justos, Todos juntos, homicidas, Verdugos de mis enojos, En las prendas más queridas Ceben su furia á mis ojos, Porque me quiten más vidas.

Palabra del Dia

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