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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Yo lo creía a usted en la granja, Dutot, prisionero de Alicia. ¿Ha sido abandonado el paseo? Puesto que usted es tan amable que quiere interesarse por mis acciones, señorita, voy a confesarlo todo. Creo que las señoritas de Blandieres, los d'Ornay y sus amigos han pasado la tarde bajo los manzanos; pero, en verdad, no nada. Diré que me preocupo muy poco de ello.

Es la tercera vez que viene á cantar en San Francisco y siempre ha tenido mucho éxito. ¿Ha hablado usted con ella? Más de diez veces. He cenado con ella cuando era querida de mi amigo John-Lewis Day, el gran tratante en oro del Sacramento. Es una muchacha muy amable. ¿Qué edad cree usted que tendrá? Podrá tener, acaso, unos veinticinco años.

Es usted muy amable en venir a vernos dijo, tendiendo la mano al joven. ¡Ah, señora! desgraciadamente, es mi despedida lo que traigo hoy. Vengo a manifestarles mi gran satisfacción por haberles sido presentado y agradecerles su amable acogida. ¿Usted se marcha entonces? Pasado mañana, señora. He recibido de mi madre varias cartas muy apremiantes; yo me hacía un poco el sordo, lo confieso.

Le veía inclinado con afanoso interés sobre el padrino doliente; le veía alegrando siempre la sala silenciosa del palacio con el repique sonoro de sus espuelas y la jovial resonancia de su risa saludable...; le veía amable y servicial con los pobres del contorno, con los criados de la casa; siempre amoroso y complaciente con ella, la hija del misterio, convertida entonces en reina de un hogar.

Se repuso no obstante en seguida, y, entrando en la conversación con amable sonrisa, dijo: Vaya, vaya, Ramón; no sea usted mala lengua.... ¡Pobres mujeres en boca de ustedes! No se habla mal sino de la que lo merece, Clementina respondió éste animado por el cable que impensadamente recibía. De todas hablan ustedes.

Durante todo este tiempo, la buena y amable condesa, hacía cuantos esfuerzos le eran posibles para ligar conversación con María; pero el laconismo de sus respuestas frustraba sus buenas intenciones. ¿Os gusta mucho Sevilla? le preguntó la condesa. Bastante respondió María. ¿Y qué os parece la catedral? Demasiado grande. ¿Y nuestros hermosos paseos? Demasiado chicos.

Durante los pocos días que pasó en Trembles, tal como sabía ser en sociedad, es decir, un compañero amable de agradabilísima conversación y aparte, alguna que otra salida de la ordinaria reserva, nada reveló hasta qué punto el fastidio dominaba en su espíritu.

Como si nada hubiera dicho don Víctor, con cara amable y voz dulce y suplicante advirtió: Señor Quintanar, si queremos dar con ellos tenemos que separarnos; hágame usted el favor de subir por ahí, por la derecha....

A todo ello accedí de buen grado, y me mostré en el resto de la conferencia, que duró hasta cerca de las once, amable, generoso y de una flexibilidad que no quiero decir en qué rayaba. Salí de la casa en extremo satisfecho. Don Oscar me despidió con gravedad cortés a la puerta.

El amable doctor, después de escucharla atentamente, la respondió muy risueño que estaba enteramente conforme con su parecer. Entonces añadió la marquesa que ella sabía de una provincia española donde se hallaban ambos remedios, y a muy corta distancia el uno del otro.

Palabra del Dia

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