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La silueta de los lejanos bosques, le hacía pensar en el asunto de los deslindes y de pronto se decía, no sin una secreta satisfacción, que entre los usuarios de Val-Clavin estaba una cierta viuda, de serenos y límpidos ojos, de cabellos castaños que le caían en graciosos rizos sobre las sienes, en compañía de la cual había pasado una agradabilísima velada.

Después de rendir el debido acatamiento á aquel árbol, cuya edad no bajará de seis siglos, llamamos á la mencionada puerta del Monasterio, ó sea á la puerta rústica del que fué Palacio del Emperador. Agradabilísima emoción nos produjo el noble cuanto gracioso aspecto del primer cuadro que apareció á nuestros ojos.

Y de toda esta carrera loca, desesperando a unos, enloqueciendo a otros, trastornando la vida en muchos puntos de Europa, he sacado una consecuencia: o eso que los poetas llaman amor no existe y es una invención agradabilísima, o yo no he nacido para amar y soy inmune, puesto que después de una vida tan agitada, cuando recopilo el pasado, reconozco que mi corazón no ha sentido de verdad... ni esto.

Por fin se abrió la puerta, y el rostro atezado del cura, que apareció detrás de ella, expresó una agradabilísima sorpresa al ver á nuestro joven. ¡Ave María Puriiiiisima!... ¡Pues no era el señorito Octavio el que llamaba! ¿Por qué no dijo su nombre, criatura, y le hubiera abierto inmediatamente?

No hace muchos días que, con el título que antecede y sin nombre de autor, salió á luz un libro en extremo interesante por el asunto de que trata y de agradabilísima lectura por el ingenio, la gracia, la fecunda vena satírica y el estilo castizo y magistral con que está redactado.

Estos, en efecto, ya que no perpetua paz, tenían largos momentos y aun horas de tregua agradabilísima; se hablaban al oído sin disputarse cuando así hablaban; y solían salir juntos a caballo y dar deliciosos paseos, galopando y trotando por los fértiles y pintorescos alrededores de la ciudad, ya cuando se ponía el sol a la caída de la tarde, ya en noches apacibles de luna.

Durante los pocos días que pasó en Trembles, tal como sabía ser en sociedad, es decir, un compañero amable de agradabilísima conversación y aparte, alguna que otra salida de la ordinaria reserva, nada reveló hasta qué punto el fastidio dominaba en su espíritu.

A media legua de Chambery, capital de la Saboya , empiezan á verse las magníficas y numerosas casas de campo que la aristocracia de Saboya y los ingleses y alemanes que viajan han levantado en su derredor. Es un delicioso sitio de recreo en los meses de verano, con la agradabilísima vecindad de los Alpes, el pintoresco Chamouny, el Monte Blanco, el hospicio de San Bernardo, y los Glaciers.

Así es que el haber encontrado en medio de aquellas montañas al hombre que realizaba el sueño de los poetas cristianos y al verdadero mitador de Jesús, me parecía una agradabilísima pero fugaz ilusión, hija de mi imaginación solitaria y entristecida por los recuerdos.