Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de junio de 2025
Perdone usted repuso su adversario, me parece haberle dicho antes algo de eso. Desconozco el manejo de la espada. Siendo así, que nos traigan las pistolas replicó Amaury hay que nivelar las fuerzas. Amaury intervino Alberto por oficiosidad ¿estás realmente decidido a seguir adelante? Pregúntaselo más bien a Felipe.
Tomás, del profundo S. Alberto, del seráfico S. Buenaventura, y en pós de ellos los pueblos, los reyes, los magnates y los siervos caen prosternados tendiendo los brazos hácia la hermosa Reina del cielo, clara y pura estrella de la mañana, consuelo de los afligidos! ¡El siglo en que viven es pobre é ignorante en las cosas materiales, sin recuerdo de las reglas y teorías de la antigüedad, y el mismo esfuerzo que hace por emanciparse completamente de la tradicion pagana le conduce á un arte nuevo, imponente y gigantesco, en que bajo la direccion de genios tan privilegiados como humildes, tan amantes de la gloria del catolicismo como de su propia oscuridad, la escultura se convierte toda en espíritu, sentimiento, espresion, plegaria y dolor, y la arquitectura se eleva como un himno incesante, como una oracion perpetua, desapareciendo la piedra bajo la idea, la forma bajo el concepto, la materia ante el espíritu!
Haremos una revolución, destronaremos a Alberto, y le daremos á usted la corona de Mónaco. Puede casarse, si le place, con la hija de un emperador: el dinero lo arregla todo. Nosotros lo tenemos, usted lo tiene... ¡He dicho que no! Lo que yo deseo es entrar en el Casino para hacerlo quebrar y llevarme las llaves. Esta amenaza le arrancó la suprema concesión.
Dicen que lo insulté, que le mordí en una mano. Ignoro cómo pude hacerlo. Estaba tal vez loca en aquel instante. Es verdad que este señor me llevó á empujones, sin querer oirme; que no me permitió seguir viendo á mi Alberto.... Hizo una larga pausa. Sus ojos empezaron á humedecerse.
Un lienzo de San Francisco de Borja de una vara poco más de alto y una de ancho. Una tabla de á vara, del nacimiento de nro. Señor Jesucristo, que dicen fué del señor Filiberto hijo del Duque de Saboya de mano de Alberto Durero. Un retrato del capitán Pedro Navarro de media vara, maltratado. Un retrato de medio cuerpo con gorrilla y una cadena al cuello.
Pocas historias conozco tan accidentadas ni tan dolorosas como la de Alberto Glatigny, quien en poco más de quince años ejercitó las profesiones de apuntador, comediante, autor dramático, improvisador y poeta.
Casi rió de sorpresa al darse cuenta de que una especie de muchacho pequeño y delgado, con amplios calzones azules, abandonaba la carretilla que iba empujando, llena de virutas de acero, para saludarla desde lejos. Era la mujer de Alberto. Cuando sonó la campana de mediodía y las trabajadoras salieron para almorzar, la vieja pudo verla de cerca.
Fué el hermano Alberto Romero de nación español y natural de Segovia, hijo de padres honrados y de profesión mercader, bien acomodado; mas deseoso de ver tierras y hacer mayor fortuna, pasó con otros mercaderes Perú, esperando hallar aquí fortuna igual á sus deseos.
Al siguiente día fueron conducidos los prisioneros á "La Sigua", pequeña ensenada distante unas treinta millas náuticas de Santiago de Cuba, donde ya esperaba el cañonero Baire, cuyo comandante, el señor Alberto de Carricarte, se hizo cargo de ellos, para su conducción á Santiago.
Alberto y el procurador se inclinaron, alejándose a una discreta distancia para que se quedaran solos los tres. ¿Cómo así, señores? dijo el de Mengis a los jóvenes. ¿Por qué han llevado acabo ese duelo? Usted no me prometió esto, Amaury. Le ruego que me diga el motivo que le indujo a tener ese encuentro con Felipe, faltando a su palabra. Felipe comprometió a Antoñita, y por eso me bato con él.
Palabra del Dia
Otros Mirando