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No desconozco que en un caso dado, tiene mas probabilidad de alcanzar un fin el que puede emplear cualquier medio por no reparar en ninguno, como le sucede al hombre malo; y que no dejara de ser un obstáculo gravísimo el tener que valerse de muy pocos medios ó quizas solamente de uno, como le acontece al virtuoso, á causa de que los inmorales son para él como si no existiesen; pero si bien esto es verdad considerando un negocio aislado, no lo es ménos que andando el tiempo, los inconvenientes de la virtud se compensan con las ventajas; así como las ventajas del vicio se compensan con los inconvenientes; y que en último resultado, un hombre verdaderamente recto llegará á lograr el fruto de su rectitud alcanzando el fin que discretamente se proponga; y que el inmoral expiará tarde ó temprano sus iniquidades, encontrando la perdicion en la extremidad de sus malos y tortuosos caminos.

Al primer golpe de vista comprendió que me había sucedido alguna desgracia. Supuso que había muerto Magdalena porque en su perfecta honradez de hombre y de marido, no concebía mayor desventura. Cuando le referí el verdadero accidente que me reducía a una de esas situaciones que no se confiesan nunca, me dijo: Desconozco esa clase de penas, pero le compadezco con toda el alma.

No desconozco lo que se ha dicho contra la certeza de las ciencias exactas, ni las dificultades que se ofrecen cuando se las llama al tribunal de la metafísica: en el tomo 1.° del Protestantismo comparado con el Catolicismo, tengo dedicado un capítulo á lo que llamo instinto de fe, y en él me hago cargo de que este instinto ejerce tambien su influencia en las ciencias exactas.

Esto es, bien lo sabe, lo que soporto menos fácilmente. Lo que me ha animado contra usted ha sido su brutalidad primera. No desconozco los servicios que usted me ha prestado, pero ¿para qué recordármelos tan duramente? Si se propusiera incitarme á la resistencia no obraría de otro modo, á no ser que su ferocidad le haga acariciar como los tigres, con las uñas...

No concibo que la señora duquesa sea capaz de tomar esa venganza mezquina, máxime cuando al negarme ahora a complacerla, estoy evitando que la señora duquesa se haga responsable de una acción indigna. Chico, te desconozco. Me has atacado ahora por el punto vulnerable. Tienes razón.

Comprendo bien que se adquieran inspiraciones, luces, enseñanzas, en el ejemplo de los fuertes; y no desconozco que una inteligente atención fijada en lo exterior para reflejar de todas partes la imagen de lo beneficioso y de lo útil, es singularmente fecunda cuando se trata de pueblos que aún forman y modelan su entidad nacional.

Desconozco el rubor y la vergüenza: son lujos que sólo pueden permitirse los felices... Cada vez que cometí una mala acción, me bastó para olvidarla hacer una visita al colegio de ricos donde se educa mi Feliciano gracias a los esfuerzos de su padre, tan nobles y tan heroicos como los de cualquier duque antiguo que salía lanza en mano a robar en las encrucijadas.

usted curso a su justicia; pero sepa usted que yo la desconozco, que la desprecio; conserve usted en su mente que yo reivindico la responsabilidad de ese acto, no para merecer castigo, sino para obtener alabanzas. La impresión que aquellas palabras produjeron en el ánimo del juez, fue enorme.

Pinto bien lo que desconozco: la tristeza, lo pasado, lo muerto. La alegría presente, la juventud, no me salen. DON URBANO. ¡Qué gracia! CUESTA. ¡Deliciosa! MARQU

Con perdón de unos y otros, cuyo grande ingenio no desconozco, sigo creyendo que no es todo sombra en la vida y que para pintarla como es realmente precisa arrojar antes la cólera de nuestro corazón, despojarse de toda inquietud y deseo y contemplarla sin prevenciones.