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Actualizado: 11 de junio de 2025
Y adivinó cuál era el deseo de su abuela. ¿Quieres llevarme á verlo? Bueno; te acompañaré esta noche, pero con una condición: la de que te quedarás á comer conmigo. El recuerdo de su hermano había hecho surgir en ella otros recuerdos. ¡Ay, abuelita! No es el pobre Alberto el único que fué á la guerra. Otros hay que viven aún; y los que viven inspiran mayores preocupaciones que los muertos.
Marqués del Belpuche D. Alberto Dameto y Español, Antonio Custurer y Garriga, D. Juan Bautista Bordils y Truyols, Ciudadanos militares; Francisco Cañellas, Pedro Andrés Campos, Mercaderes, y Joaquín Bassa, Cirujano, que con otros personajes de la Ciudad, ocupaban el primero; autorizando el segundo el Muy Ilustre Cabildo de esta Catedral.
Colocado que hubo las armas, Alberto entró en negociaciones con el procurador de Felipe, conviniendo ambos en que los dos adversarios se colocarían a cuarenta pasos de distancia pudiendo avanzar cada uno hasta diez, lo que reducía el trayecto a veinte pasos.
La vista de tal hipoteca contristó a Julián, pues el buen clérigo empezaba a sentir la adhesión especial de los capellanes por las casas nobles en que entran; pero más le llenó de confusión encontrar entre los papelotes la documentación relativa a un pleitecillo de partijas, sostenido por don Alberto Moscoso, padre de don Pedro, con.... ¡el marqués de Ulloa!
Mucho más tarde, la vieja sintió la atracción de un nuevo deseo. Se acordó con delicia de la obscura sala del cinema y de sus vistas, que ella consideraba como algo celestial. ¡Qué felicidad estar allá dos horas, en un asiento cómodo, conversando mentalmente con su nieto! El pobre Alberto no debía conocer aún la gran noticia que conmovía á París y al mundo entero. Ella iba á comunicársela.
Cuentan de Alberto Magno que, yendo en peregrinación de Roma á Alemania, pasó una noche á las orillas del Po, en la cabaña de un pescador. Agasajado allí muy bien, quiso el doctor probar su gratitud al huésped, y le hizo y le dió un pez de madera, tan maravilloso que, puesto en la red atraía á todos los peces vivos. No hay que ponderar la ventura del pescador con su pez mágico.
Lecciones de literatura dramática, por D. Alberto Lista. Madrid, 1839. Sólo se ha publicado la primera parte, que trata de los orígenes del drama español, y casi no merece otro nombre que el de un compendio de la obra citada de Moratín.
Aquella serie de rizos tan iguales, tan primorosos, pegados a la frente con esmero, no tenían más ojos que los viesen, salvo los de las cuatro viejas que se reunían a oír misa en San Alberto, que los de su hija, D. Oscar y las criadas. D.ª Tula conservaba vivo el sentimiento de la belleza, que reside sin excepción apenas en todas las andaluzas.
Vuestra Majestad pregunta de quién son los restos que escoltamos. Son los de mi querido amigo Alberto de Laugrán. Nadie deplora más que yo su desgraciada muerte dije, y lo prueba el edicto que evitará la repetición de esos encuentros. ¡Pobre señor de Laugrán! exclamó Flavia con dulzura.
La constitución de hermandades del rosario tomó gran incremento en escaso tiempo, y de entre ellas he de citar algunas de las principales, como lo fueron las de la Merced, san Roque, el Pópulo, los Dolores, la Cruz del Rodeo, los Viejos, san Acasio, san Telmo, la Virgen de los Angeles, los Clérigos Menores, santa Ana la Pastora, san Nicolás, san Benito y san Alberto.
Palabra del Dia
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