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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Tomó por fuerza una de mis manos y la retuvo entre las suyas, mientras que yo, dominada por una timidez que no había sentido jamás, volví a un lado la cara y hacía esfuerzos por librarme. Déjame esta mano tan pequeñita y linda; me pertenece. Vuelve la cara hacia acá, Reina. Miré de frente a aquellos hermosos ojos francos que me sonreían, y exclamé: ¡Alabado sea Dios!
La impaciencia, la natural impaciencia, mezcla de ternura de hijo y del deseo de ser alabado, era la que le agitaba en aquel momento, ansioso de caer con sus premios en los brazos de su padre, de su madre, de Lilí, su hermanita del alma... Sentado en el testero del carruaje, con sus premios muy agarrados, apoyaba los piececillos en el asiento de enfrente, haciendo verdaderos esfuerzos para delante, que creía él ayudaban al coche a rodar más rápidamente.
Pero, un instante después, la ansiedad volvió a apoderarse de él. ¿Dónde está Olga? tartamudeó alzando los ojos hacia la puerta, como si fuera a verla entrar en ese instante. ¿Olga? dijo la señora Hellinger encogiéndose de hombros. ¡Qué sé yo! Sin duda va a venir de un momento a otro; ¿es por algo urgente? ¡Alabado sea Dios! exclamó el doctor juntando las manos. ¡De modo que ya ha bajado!
El fugitivo, sin saberlo, ha dado muerte en un torneo á un hermano de Arminda, por haberse alabado de que su novia Mitilene es la dama más bella de la tierra. Arminda promete dar su mano á quien quiera que le entregue el matador, muerto ó vivo, apresurándose los Príncipes á ganar tan codiciado premio. El lugar de la escena se muda de Trinacria á Mitilene.
Lo que está permitido es alabar, sin que en eso haya límite ninguno; porque es probado que en la alabanza ni puede haber demasía, sobre todo para el alabado, ni puede dejar de haber verdad y justicia. Por esta razón yo me he propuesto alabarlo siempre todo, y a este principio debo la gran publicidad que se ha permitido a mis débiles escritos.
Mostró el vendedor su asno, tal, que le hinchó el ojo al Asturiano, y de todos los que allí estaban fué alabado el asno de fuerte, de caminador y comedor sobremanera. Hicieron su concierto, y sin otra seguridad ni información, siendo corredores y medianeros los demás aguadores, dió diez y seis ducados por el asno, con todos los adherentes del oficio. Hizo la paga real en escudos de oro.
Argensola sospechó que, de pertenecer él á otra nación, el viejo la habría alabado igualmente. Este afecto no era más que un reflejo del amor al hijo ausente, pero él lo agradecía. Y casi abrazó á don Marcelo al decirle ¡adiós! Después de esta tarde fueron muy frecuentes sus visitas al estudio.
5 Los pensamientos de los justos son rectitud; mas las astucias de los impíos, engaño. 6 Las palabras de los impíos son para asechar la sangre; mas la boca de los rectos los librará. 7 Dios trastornará a los impíos, y no serán más; pero la casa de los justos permanecerá. 8 Según su sabiduría es alabado el hombre; mas el perverso de corazón será menospreciado.
A lo cual dijo don Quijote: -Vuestra altitud ha hablado como quien es, que en la boca de las buenas señoras no ha de haber ninguna que sea mala; y más venturosa y más conocida será en el mundo Dulcinea por haberla alabado vuestra grandeza, que por todas las alabanzas que puedan darle los más elocuentes de la tierra.
Juan ha abierto la puerta sin ruido y se detiene detrás del panadero, cuando éste se dispone a guardar bajo llave los cartuchos de monedas. ¿Todo eso es para mí? pregunta poniéndole la mano sobre el hombro. ¡Alabado sea Dios! ¡Al fin has venido! exclama Franz alegremente. Después de una ojeada examina a su amigo, de la cabeza a los pies.
Palabra del Dia
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