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Actualizado: 1 de junio de 2025


Hincado D. Álvaro, decía con voz más solemne que antes: «Cincuenta mil millones de millares de veces sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento del altar», y empezaban los actos de fe, después de los cuales venía el alabar á Dios. Al llegar aquí las palabras del dueño de la casa eran cada vez más cortadas y rápidas y el coro apenas podía seguirle, anhelante y fatigado.

Las criadas se retiraron. Entonces, doña Alvarez, mirando a la niña al través de sus anteojos, prorrumpió: ¡Infantica preciosa! ¡estrella de Belén! ¡Alabado sea Dios, que os hizo bella y salada como una perla del mar! Beatriz, mirándose en el espejo, afectaba, entretanto, los más diversos visajes.

-Dígame, señor don Quijote -dijo a esta sazón el barbero-, ¿no ha habido algún poeta que haya hecho alguna sátira a esa señora Angélica, entre tantos como la han alabado? ¡Milagro! -dijo el cura. Y, en esto, oyeron que la ama y la sobrina, que ya habían dejado la conversación, daban grandes voces en el patio, y acudieron todos al ruido.

PEPA. Yo lo he visto; sin duda le habrá reprochado algún crimen. UN HOMBRE. ¡Ah! Por fin el maldito está en el sillón. OTRO. ¡Alabado sea Dios! Ya le ponen el cuello en la argolla. JUANA. ¡Santa Virgen! ¡Ya van a matarle! Pero... UN HOMBRE. ¿Y qué?... JUANA. Es que nos estafan, nos roban... ¿y la mano? EL PUEBLO. ¡Es verdad, que le corten la mano! EL ALCALDE. Es justo, lo habíamos olvidado.

Yo no diré: alabado sea Dios, porque eso sería pecado; pero ya que el buen Dios lo ha decidido así, quiero por lo menos aprovechar y tratar de reparar la locura de Roberto. Mientras estabas en El Águila Negra, bebiendo tu vino tinto, me puse nuevamente en campaña, trabajé, tomé nuevas informaciones; ya no tiene más que elegir.

En el entreacto, el príncipe se marchó furtivamente, temiendo encontrarse con don Marcos y que su presencia le amargase una tarde feliz. Además, no le interesaba la ópera ni aquel cantante tan alabado. Atravesó el gran atrio de columnas de jaspe que sostienen una galería con balaustres rematados por candelabros de bronce. En un extremo, sobre tableros, estaban las últimas noticias.

18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. 1 Pedro, apóstol de Jesús, el Cristo, a los extranjeros esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bitinia, 3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, que según su grande misericordia nos ha engendrado de nuevo en esperanza viva, por la resurrección de Jesús, el Cristo, de los muertos:

Saboreaba con delicia el placer vanidoso, furtivo y absolutamente íntimo, de oírme alabado en la personalidad de mi pseudónimo. El día que el éxito fue indiscutible le llevé mis dos libros a Agustín.

Ana, después de leer estas y otras páginas, escribió sus impresiones de aquellos días. Don Víctor vino a interrumpirla para anunciarle que ya había instalado su tienda de campaña a la orilla del río, en el paraje más ameno y fresco, junto a una mancha de sombra en el agua, donde infaliblemente habría truchas. Desde aquella tarde pescaron. Pescaron poco, pero muy alabado.

La ventaja del oro o de la plata acuñados para moneda se deduce evidentemente de lo expuesto. ¡Bendito y alabado sea Dios que nos ha hecho nacer en una época en que todo se averigua y se explica tan lindamente! Un buey es poco portátil, no cabe en el bolsillo, no pasa en todos los mercados, gasta en comer y se puede morir, y el dinero ni come ni se muere.

Palabra del Dia

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