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El fugitivo, sin saberlo, ha dado muerte en un torneo á un hermano de Arminda, por haberse alabado de que su novia Mitilene es la dama más bella de la tierra. Arminda promete dar su mano á quien quiera que le entregue el matador, muerto ó vivo, apresurándose los Príncipes á ganar tan codiciado premio. El lugar de la escena se muda de Trinacria á Mitilene.

La Princesa clama venganza y se aleja de allí precipitadamente, declarando que, por la muerte de su amante, le corresponde, por juro de heredad, el trono de Trinacria. Alegre Leonido de que nadie se acuerde de él, se queda allí solo, presentándose entonces Marfisa, y sintiendo ambos, al verse por vez primera, tierna y recíproca simpatía.

El amor aleja de allí á Leonido, á causa del peligro que le amenaza; pero antes de separarse de la joven que habita en la gruta, cambian ambos dos alhajas que llevan desde sus primeros años, y que son exactamente iguales, llenándolos de sorpresa este hallazgo. La escena inmediata es otra vez en Trinacria.

Digna es, por tanto, de ser tratada y explicada más prolijamente. Arminda, princesa de Trinacria, y sus dos pretendientes, los príncipes de Rusia y de Suavia, persiguen á Leonido con sus espadas desenvainadas, dándole apenas tiempo de refugiarse en una barca con un compañero fiel, y escapar, á fuerza de remos, de sus perseguidores.

En la escena última se han hecho los preparativos del torneo, delante del palacio de Arminda: Marfisa y Leonido se aprestan á la pelea, pero se conocen y combaten con cierto temor. Casimiro los separa, y se informa de su procedencia. Al presentarle las joyas, que ambos guardan, averigua que son los dos hijos gemelos suyos y de Matilde, princesa de Trinacria, que los ha dado á luz en secreto.

Marfisa cree también que ha muerto su amigo; se reviste su armadura excitada por el deseo de alejar de él la vergüenza de su cobarde abstención, después de enterarse del suceso, y llega á Trinacria, rompiendo el encanto y desoyendo los consejos de Argante.

9 La prudencia en el castigo, de D. Francisco de Rojas. 10 La sirena de Trinacria, de D. Diego de Córdova y Figueroa. 11 Las lises de Francia, del Dr. Mira de Mescua. 12 El sordo y el montañés, de D. Melchor Fernández de León. 1 Los bandos de Berona, de D. Francisco de Rojas. 2 La sirena del Jordán, San Juan Bautista, de Don Cristóbal de Monroy. 3 Los trabajos de Ulises, de Luis de Belmonte.