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Actualizado: 12 de junio de 2025


La piedad de la gente del país quiere ver en esto la imagen de la cabeza inclinada de Cristo agonizante. Estamos aquí en el país de las leyendas y de las candideces místicas. Era ya tarde y la iglesia estaba obscura. La lámpara del santuario hacía más sensibles las tinieblas en que se perdía su vacilante claridad.

«¿Qué piensan los que así resucitan arranques del agonizante despotismo militar, propios de épocas terroríficas que pasaron a la historia? ¿Se les ha figurado que estamos en aquellos siglos, cuando un señor tenía poder para abrir el vientre a sus vasallos?...» Aquí se salió de madre el río.

La aflicción de Maxi exigía la mentira, y su mujer tuvo que decírsela... mentiras de esas que inspiran viva compasión al que las dice y consuelan poco al que las oye. Echábalas de como enfermera que administra la inútil medicina al agonizante. «Dímelo de otra manera y te creeré manifestó Rubín . Dilo con un poquito de calor, siquiera como me lo decías antes. no sabes el daño que me haces.

Se pensaba, al verlo, que retenía un lamento entre los labios inmóviles. La visión de este Jesusito agonizante, contemplado silenciosamente durante horas enteras, solía por la noche frecuentarla bajando del nicho y caminando sobre las baldosas frías del corredor solitario. Adriana entonces, arrebujándose, llena de una conmiseración desolada, se dormía llorando por

Cual la celda de un mísero ermitaño queda abierta a los vientos del desierto, así mi corazón quedóse abierto al soplo huracanado del engaño. Del fondo de mi vida agonizante se alzaba aquel recuerdo torturante, en su quietismo silencioso y vago, cual se alza en las mañanas invernales la bruma de las nieblas invernales sobre las aguas límpidas de un lago.

No señor, no pienso hacerme monja; prefiero ser pecadora y cuidar de mi pobre amiga. Juanito tenía en los labios una pregunta audaz. ¿Qué hacía? ¿La soltaba...? Tembló; pero vacilando, diola curso, al fin, con voz de agonizante. ¿Y no piensa usted casarse? Tónica contestó con una carcajada. ¡Casarme yo...! ¿Y quién ha de ser el valiente?

Y encima de un cristal, un listón desprendido de la cornisa golpeaba lento cuando le estremecía, al pasar, una brisa sin rumores que bajaba de la montaña.... Carmen, suspirando, se sentó en el borde del lecho al lado de «la intrusa», y se puso a rezar por el alma del agonizante. Ya Julio no se quejaba.

El golfo se coloreaba de rosa, como si creciesen en sus entrañas, bajo los rayos oblicuos del sol, inmensos bosques de corales. El azul del cielo también se tornó rosado, y las montañas se incendiaron al reflejar el astro agonizante. El penacho del Vesubio era menos blanco que en la mañana. Su columna nebulosa, rayada con estrías rojizas por la luz moribunda, parecía reflejar el fuego interior.

Todos la amamos con una dulce piedad, sin violencias y sin delirios, con un deleite que tenía algo de romanticismo, de rara emoción artística. Amamos su belleza agonizante, con la intensidad de tristeza que sentimos en los adioses para siempre. Había en ella un misterioso encanto de ultratumba.

Tardó algún tiempo el enfermo en coordinar sus ideas, y diose al fin cuenta de algo de lo que le estaba pasando: un pensamiento, para él muy pavoroso, acudió el primero a su mente... Con voz quebrantada, agonizante, que dejaba, sin embargo, traslucir todas las agonías del terror, las inflexiones de la súplica, las ansias de la incertidumbre, dijo muy bajo: ¿Me llevarán al hospital?...

Palabra del Dia

rigoleto

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