Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
La vieja prorrumpió en lamentos. ¡Lo que ella había dicho! ¡La sangre corrompía; el maldito susto que no había querido salir y ahora, con la muerte, se le esparcía por todo el cuerpo! Y se abalanzaba sobre la agonizante, besándola con una avidez loca, como si la mordiese para volverla a la vida. ¡Se ha muerto, don Fernando! ¿No le ve su mersé? Se ha muerto... Salvatierra hizo callar a la vieja.
Iba á caer al suelo, apoplético, agonizante de cólera, asfixiado por la rabia; pero se salvó, pues de repente, las nubes rojas que la envolvían se rasgaron, al furor sucedió la debilidad, y viendo toda su desgracia, se sintió anonadado.
Lo peor del caso fue que aquel infeliz agonizante no acababa, y no era cosa de abandonarle en trance tal... Pues ¡cuidado si le da por no acabar en toda la tarde de Dios!... A todo esto, la nieve espesando y cerrándose los caminos. ¡Mira tú qué ocasión para ponerse este otro en la agonía!... ¡Si lo que hace Satanás para jincar el diente a las almas, es mucho cuento!
¡Ya está muerto el puma! Esto lo gritó don Carlos agitando sobre su cabeza el arma enrojecida, mientras el bandolero daba vueltas junto á sus pies, apoyándose en un costado y en otro, entre ronquidos de agonizante.
El sol agonizante teñía de suave carmesí el verde de la llanura, espolvoreado de blanco y amarillo por las flores silvestres. Sobre esta extensión, en la que todos los colores tomaban un tono rojizo de lejano incendio, marcábanse las sombras de los caballos y los jinetes estrechas y prolongadas.
Mozos pálidos y sudorosos, como si fuesen a morir, avanzaban hasta el «paso», con el sombrero perdido, el chaleco desabrochado, apoyados blandamente en los hombros de los camaradas, y entonaban una «saeta» con voz de agonizante. A la entrada de la calle, en las aceras de La Campana, quedaban tendidos de bruces varios «macarenos», como si fuesen los muertos de esta gloriosa expedición.
Don Celso, agonizante quizás a aquellas horas, o tal vez cadáver ya; Lita y su madre a su lado, asistiéndole o rezando por él; Facia en los paroxismos de su reproducida tribulación; tres bandoleros asaltando la casa, y yo, con Chisco y Pito Salces, a tiro limpio con ellos, acabando de matar con el susto a mi tío, si aún vivía, y poniendo a punto de morir de congoja a las mujeres, a dos de las cuales, por lo menos, estaba yo obligado a defender de todo riesgo mientras me quedaran un soplo de vida, un cartucho que quemar o un asador que esgrimir.
Contemplando tu faz agonizante, contemplando impotente que arrastraba mis venturas la Muerte en su fiereza, "¡En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu...!", clamaba trémula de estupor mi voz desesperante.
La jardinera sonrió, y sus palabras atravesaron con lentitud el silencio de la tarde agonizante. Tranquilícese, don Sebastián. Yo he visto muchos santos en esta casa, y valían menos que usted. Por asegurar su salvación hubiesen abandonado a los hijos. Por mantener lo que llaman la pureza del alma habrían renegado de la familia. Créame usted a mí: aquí no entran santos; hombres, todos hombres.
El arte colocaba la Naturaleza sobre el ideal; los hombres pensaban más en la tierra que en el cielo: la Razón nacía; cada uno de sus avances era un paso atrás para la Fe, y llegaba el momento, por fin, en que los clarividentes, los que se inquietaban por el porvenir, pensaban ya en cuál había de ser la nueva creencia que sustituyese a la religión agonizante.
Palabra del Dia
Otros Mirando