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Otro hombre de más carácter hubiera retrocedido en aquel instante. Tuvo amagos de hacerlo, vaciló si le diría a la joven que le era imposible acompañarla; al fin no se atrevió, y cuando el cochero advirtió que todo estaba listo y Obdulia le dijo con su viveza característica: «Vamos, padre; pronto... ¡arribasubió al carruaje con la resignación de un cordero. Empezaba a amanecer.

Al día siguiente, cuando le vió en la calle, le pareció aún mejor y le saludó afectuosamente. Manolo Uceda respondió al saludo con agrado, y algunos días después, con ocasión de cierta fiesta con música al aire libre, se aventuró á dirigirle la palabra, á acompañarla y, lo que es aún más, á sacarla á bailar. Este último obsequio puso corona inmarcesible á la gratitud de Soledad.

La taimada de doña Rita, que está muy sofocada. Afirma que no es urca y que no pesa tantas arrobas, y que de todos modos no puedo llevarla conmigo, porque considerando que yo no la necesito para nada, por lo prudente que soy, y que la califico de carabina de Ambrosio, se fue con mamá, para acompañarla, desde esta calle de Don Pedro, donde vivimos, hasta el último extremo de la fuente de la Castellana, donde el general vive.

No queriendo dar a esta la desagradable noticia sin acompañarla de algún consuelo, hizo averiguaciones prolijas aquella misma tarde, y después de hablar con algunos amigos del fugitivo y de hacer mil preguntas en varios mesones y paradores, se retiró a su casa si no con la certidumbre, con la sospecha fundadísima de que Salvador había ido al Norte.

Tengo que hablar con V. ¿Puedo entrar? Entra, contestó el Comendador con bastante zozobra de que Lucía trajese malas noticias. La cara de Lucía estaba demudada. Los ojos algo encarnados, como si hubiesen vertido lágrimas. ¿Qué hay? dijo D. Fadrique. Que Doña Blanca está muy mala. Clara me escribe diciéndomelo, y me ruega que haga la caridad de ir á acompañarla. ¿Y se sabe qué tiene Doña Blanca?

Miquis se hizo cargo de la situación, y poniéndose todo lo serio que podía, cosa en él de grandísima dificultad, dijo en tono grotescamente compungido: «Lo primero es que usted salga de esta casa...; ¡ay, qué casa!... Nada hay que hacer aquí. Si va usted a Madrid tendré mucho gusto en acompañarla». Isidora manifestó deseos de marcharse pronto.

¿Y por supuesto añadió éste , estará levantada y tan campante? Tan campante y levantada repitió Bermúdez , y haciendo labor en el saloncillo. Pues ¿qué pito tocamos aquí nosotros entonces? exclamó Fuertes hecho un cascabel . Vamos a acompañarla y a darla conversación... Digo, si no la molesta, o yo no estorbo.

La niñera no tenía otra obligación que la de mirar por ella y acompañarla incesantemente; la quería de todo corazón, y era esclava de sus menores caprichos; hacíanla estrenar un vestido cada semana, y no se ponía tasa a sus antojos de juguetes.

Cuando hubieron charlado largamente, Flora se despidió de ella prodigándole cuantos consuelos pudo. La mayordoma quería que se quedase unos días en Entralgo, pero la joven le hizo presente que el lunes era día de colada ó lavado en su casa y no podía aceptar la invitación. Le prometió, sin embargo, venir pronto á acompañarla.

Cuando se levantaron de la mesa, María Teresa se acercó a Juan y le preguntó si quería acompañarla al Casino. Agradezco mucho su generosa oferta; pero si usted me permite, voy a quedarme con su papá. Soy un ser huraño, me gusta poco la sociedad. ¿Cree usted que yo consentiría en darle la molestia de mezclar mi persona a través de sus relaciones balnearias?