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Actualizado: 22 de mayo de 2025


El ama de gobierno la invitó á asomarse á uno de los balcones y le mostró allá sobre la meseta de la colina el pintoresco pueblecillo y medio oculto entre los árboles el camino que desde Entralgo llevaba á él. Aunque Regalado trató de acompañarla y guiarla, D.ª Beatriz se opuso resueltamente á ello.

Celinina, en sus ratos de mejoría, no dejaba de la boca el tema de la Pascua; y como sus primitos, que iban á acompañarla, eran de más edad y sabían cuanto hay que saber en punto á regalos y nacimientos, se alborotaba más la fantasía de la pobre niña oyéndoles, y más se encendían sus afanes de poseer golosinas y juguetes.

Saturado de este sentimiento de vanidad, aconsejaba a María Teresa arreglos en su toilette que consideraba propios para hacerla valer, y escogía para acompañarla, las reuniones y los sitios donde más atraían la atención. En fin, en todos sus actos aparecía el deseo de formar con ella el grupo que la gente contempla y admira.

»Al pronto yo temí que esta noticia envolviese nuevos peligros para Magdalena; pero, indudablemente, a la pobre ya no le quedan fuerzas para experimentar sensaciones muy vivas, porque al saber que nos reuniríamos en Niza, donde ella me aguardaría, casi manifestó prisa por partir, cosa que me causó gran extrañeza, acrecentada por la circunstancia de haberle dicho su padre que usted no podría acompañarla.

Se encargó de sacarle aquella espina del corazón con otra mayor. Tres días después de la visita á D. César recibió carta de su cuñada Beatriz en que le noticiaba que su hija María había sufrido un vómito de sangre. El médico no le había concedido gran importancia, pero había manifestado que urgía llevarla á Panticosa á tomar sus aguas salutíferas. Esperaban por él para acompañarla.

Lorenza contestó telegráficamente a Pepe, que Felisa accedía al matrimonio por poderes, y que enseguida de verificado saldría para París con dos criados, si, dada su avanzada edad, no podía el tutor acompañarla.

¡Vaya usted á preguntárselo! ¿La ha obligado á acompañarla? ¡Obligado! exclamó Bobart. ¿Cómo es eso posible? ¿Por qué no robado á la fuerza? ¡En medio de quinientas personas! ¡No, no! La señora de Aubry ha seguido á su tía de buen grado.... La señorita Guichard la ha ilustrado acerca del aspecto moral del acto que iba á cometer.

Pocos días después de los sucesos que hemos relatado, el conde de Villerieux, tutor de la huérfana, vino a buscarla a los Genets a fin de acompañarla a París, en cuya ciudad se encontraba ya Fabrice con su hija; y no necesitaremos decir que la despedida de la señora de Montauron y Beatriz no fue cosa que llamase la atención por su cordialidad.

La señora de Aymaret, a quien la joven americana inspiraba también decidida simpatía, solía acompañarla cuando su padre no podía hacerlo.

Vos me pareceis hombre discreto, le dixo, y si me hiciérais el favor de venir hasta mi casa, y exâminar mis asuntos, estoy cierta de que me sacaríais del cruel apuro en que me veo. No tuvo reparo Memnon en acompañarla, para examinar con madurez sus asuntos, y darle buenos consejos.

Palabra del Dia

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