Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de julio de 2025
»Ya lo oyes la dije, acercando más todavía mi cara a la, suya , y si he de volver pronto... Conque ánimo, que Dios, aunque aprieta, nunca ahoga... En cuanto vuelva, dentro de una hora lo más, te informaré de todo lo que me haya ocurrido... Será bueno para ti..., para las dos, no lo dudes.
Yo dispararé dijo la muchacha. Se volvieron a hacer frente, porque los hombres de la partida se iban acercando. Silbaban las balas. Se veía una nubecilla blanca y pasaba al mismo tiempo una bala por encima de las cabezas de los fugitivos. El extranjero, la señorita y Martín se guarecieron cada uno detrás de un árbol y se repartieron los cartuchos.
¿Por qué lloras? preguntó, acercando su rostro al de la dama. Lucía no contestó. ¿Por qué lloras? volvió a decir con ansiedad. ¿Te he ofendido? ¿Acaso ya no me quieres?...
Pero cuanto puede hacerse por ahora está hecho; tapada con velas y cables entrelazados la brecha de estribor, sólo falta ver lo que sucederá cuando cambiemos de rumbo para evitar las rocas y bajíos de la costa, á la cual nos vamos acercando demasiado. Aquí viene el barón y á fe mía que llega á tiempo.
Uniéronse las manos de los jóvenes, y ambos se estremecieron, mirándose conmovidos y con la turbación de su ánimo reflejada en el semblante. Dale un beso, Amaury dijo el doctor, acercando a los labios del joven la frente de Antoñita. ¡Adiós, Antoñita! ¡Adiós, Amaury! ¡Hasta la vista! Despidiéronse con temblorosa voz, ahogada por la emoción.
Hizo una pausa la bondadosa señora; quedóse mirando al vacío tristemente, y luego, abrazando a su hijastra que aún permanecía de rodillas y acercando los labios a su oído, le dijo en voz baja: Mira, hija mía, yo no tardaré en morir y pienso dejarte todo cuanto tengo. La mitad de la fortuna de tu padre es mía, según me ha dicho el abogado de la casa.
Hacía ya mucho tiempo que Machín no se ocupaba de Mary ni de mí para nada. No se le veía jamás por Lúzaro. Se iba acercando el día de nuestra boda. Una noche, al entrar en casa, vi a Machín que me esperaba en el portal. Me eché a temblar, lo confieso. ¿Qué querria aquel hombre? Tengo que hablar con usted me dijo. Bueno, pase usted a casa le indiqué. Pensé que no intentaría atacarme.
Para encomendarte a Dios, mamá repuso María. Y levantándose y acercando el rostro al de su madre, siguió en voz baja: Di conmigo, mamá: Jesús... La madre replicó torpemente: Jesús. Jesús mío. Jesús mío. Por vuestra sacratísima pasión. Por vuestra sacratísima... pasión. Por los innumerables dolores que habéis sufrido... Por los... innumerables.... dolores... Que habéis sufrido repitió María.
La señora vieja, sollozando, se tiró en la hierba, por consejo de Martín. ¿Es usted buen tirador? preguntó Zalacaín al extranjero. ¿Yo? Sí. Bastante regular. ¿Y usted, señorita? También he tirado algunas veces. Seis hombres se fueron acercando a unos cien metros de donde estaban guarecidos Martín, la señorita y el extranjero. Uno de ellos era Luschía.
La Samaritana se puso colorada, porque le daba vergüenza de decir que hacía lo menos diez o doce años que no se había confesado. Por fin lo declaró. «Perfectamente dijo Nicolás, acercando su sillón al sofá en que la joven estaba . Le prevengo a usted que tengo mucha experiencia de esto. Hace cinco años que practico el confesonario, y que las cazo al vuelo.
Palabra del Dia
Otros Mirando