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Actualizado: 9 de julio de 2025
El niño lanzó un grito de alegría, enlazó con un abrazo el cuello de su padre y con el otro el de su madre, acercando sus cabezas y cubriéndolas sucesivamente de besos. En aquel instante se abrió la puerta y dio entrada al marqués de Elda. Papá marqués gritó su nieto , mañana nos vamos todos. ¿De veras? preguntó el marqués a su hija.
Vamos a ver si aún está esa gente en el café y quiere jugar unos chapós.» Sacó un magnífico cigarro habano de la petaca, lo encendió, y chupándolo voluptuosamente, se fué acercando, poco a poco, al café de la Marina. Casi a la misma hora pasaba en casa de Belinchón una escena triste.
En general, creo que la web es importante para la sensibilización a las lenguas y a los temas culturales. ¿En qué otro lugar se puede navegar al azar durante veinte minutos y encontrar información útil en tres lenguas o más? Los medios de comunicación hacen que el mundo sea más pequeño acercando a la gente.
¿Y por qué no me recibirían, dí, por qué? profirió sacudiéndole un brazo y acercando su cara a la de él. ¡Calma, chica, calma! Porque mi hija no puede soportar a su lado una mujer más bonita que ella. Si te presentases en mi casa, todas las miradas se irían tras de ti: serías la verdadera reina del baile.... Ya comprendes que eso no le haría maldita la gracia.
La casa del guarda estaba abierta; no había nadie en ella; pero después de buscar algún tiempo vieron a Catalina, ocupada en arrancar las malas hierbas en el jardín. Así que la campesina vió a la joven y a su aya, se incorporó y fué a recibirlas. Una ardiente curiosidad se leía en sus ojos, y, mientras se iba acercando, interrogaba al aya con la mirada.
El muchacho, que había sufrido con harta impaciencia que le asease la doncella, permitió ahora muy complaciente que su hermana le desasease, y acercando a ella los labios, le preguntó bajito: Di, ¿me quieres, mona? La niña volvió a tirarle de los pelos y a sobarle la cara en fe de eterno cariño. ¿A quién quieres más, a mí o a Tita?
Niña, no sospechas lo que pides a un hombre de honor. En seguida, acercando mucho el papel a sus ojos, volvió a leer una vez más este pasaje: «Es la súplica de una moribunda... se lo suplico a usted desde el fondo del corazón; otórgueme usted todavía esta satisfacción suprema.» Por sus ajadas mejillas rodaban gruesas lágrimas. Es imposible, hija mía, es imposible, por bien que sepas suplicar.
Obedeció Lázaro, y, acercando otra butaca como la que ella ocupaba, dijo: Mucho agradezco a usted, duquesa, las deferencias con que me distingue: tan sinceramente le estoy reconocido por ellas, que aunque el deber y el sacerdocio no me lo impusieran, sentiría por Vds. verdadero cariño, profundo deseo de ser útil, verdaderamente útil, en esta casa, donde se me ha recibido con los brazos abiertos.
Cuando se fue acercando la hora de comer, estaban ambos que daba asco mirarlos; tanto, que Enrique, el cual, como ya hemos dicho, no tenía inclinación bien determinada hacia la limpieza, quedó un momento pensativo mirándose y mirando a su primo. ¿Sabes que estamos muy puercos, Miguel?
Ya teníamos viento de que había llegado la señora y que había estado un poco enferma... Sí, sí... he estado enferma, pero ya estoy bien respondió con un poco de impaciencia. Los pastores y los mozos se habían ido acercando lentamente, todos con sus sombreros en la mano, avergonzados y confusos con una estúpida sonrisa estereotipada en el rostro. Elena estaba más confusa que ellos.
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