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Actualizado: 9 de julio de 2025


Subió el joven madrileño malhumorado y cabizbajo el repechito que le quedaba hasta la casa de su tío, y mientras se iba acercando lentamente a ella, no dejaba de preguntarse con alguna inquietud: « ¿Por qué habrá querido sonsacarme ese berganteLa idea que Andrés había formado, por rumores y conjeturas más que por experiencia, del meloso D. Jaime, era la adecuada.

Antonia, acercando sus labios al oído de Avrigny le dijo en voz muy baja: Está usted celoso, tío. ¿Yo? exclamó el doctor. afirmó la joven y esos celos llegan a hacerle obrar mal. ¡Dios de bondad! exclamó el doctor inclinando la cabeza con profundo abatimiento. Yo creía que sólo , con tu omnisciencia infinita, conocías mi secreto. ¿Acaso hay en ello algo que pueda causar horror?

Aunque dando un largo rodeo, aunque recorriendo otras sendas, aunque vacilando a veces en irse a la fuente del río, donde al pie de la sierra brota de una peña viva todo el caudal cristalino que riega las huertas, y es sitio delicioso, D. Luis, a paso lento y pausado, se dirigió hacia la población. Conforme se iba acercando, se aumentaba el terror que le infundía lo que se determinaba a hacer.

Pero ¿cómo ha logrado usted...? dijo el marquesito. De un modo muy sencillo. Empecé aproximándome con cautela, cada día un poco más. ¿Sin careta? Sin careta ni guantes. Me fui acercando poco a poco. Dos o tres veces me picó alguna, pero lo sufrí con resignación. No les hacía ningún daño y al cabo logré convencerlas de que nada debían temer de .

Desde lo alto del cielo, la luna inmóvil dejaba caer sosegadamente sobre el paisaje la onda tibia de su luz. Fuéronse acercando las voces. El corazón de los jóvenes palpitaba fuertemente. Grande fue su pasmo y alegría cuando vieron cruzar por delante de la ventana un tropel de hombres riendo y gritando.

En sus últimas excursiones a Francia había buscado mucho, y hallado al fin, en una de sus ciudades, más nombradas, otro refugio donde guardar su tesoro por largo tiempo, cuando le sacara del escondite de Madrid. Esta ocasión se iba acercando por instantes.

Nada, no le había visto en su vida. Clementina, que advirtió la sorpresa de su amante, después de responder al saludo redobló su amabilidad con Raimundo, volviéndose enteramente hacia él, acercando el rostro para hablarle, haciendo mil monerías destinadas a llamar la atención del noble salvaje y a preocuparle. Sentía un goce maligno en ello. Castro había llegado a serle indiferente.

Te parezco feo, ¿verdad? Pues no tardarás en besar esta cara tan fea y tan negra. Y no temerás mancharte acercando á ella la tuya, blanca como la leche y suave como la manteca. Ya verás cómo debajo de esta capa de carbón hay un hombre que sabe tratar como se merecen á las niñas bonitas... Aquí Plutón soltó una formidable carcajada. Su triunfo le embriagaba. Demetria estaba muda.

El mezquino cuerpo se perdía en la anchura de aquella cama tan grande, y allí podía pasearse en sueños el esposo como en los inconmensurables espacios del Limbo. La esposa no se acostó, y acercando una butaca a la cama, y echándose en ella, cerró los ojos.

No la esperaba, ni se acordaba para nada en aquel momento del pobre Maxi. Como era tan sincera no pensó ni por un momento en alterar la verdad. Las cosas claras. Además, el clérigo aquel parecíale muy listo, y si le decía una cosa por otra conocería el embuste. «Pues a su hermano de usted, tampoco». Perfectamente dijo el curita, acercando su sillón todo lo más que acercarse podía. v

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