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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Al otro día, después de preguntarle cómo seguía, Laura observó que la ropa de la cama se había caído un poco, y sin poder contenerse se acercó al enfermo. ¡Ave María Purísima, cómo has puesto la ropa! exclamó mientras la arreglaba con solicitud maternal. Si no te movieses tanto, criatura, no te sucedería esto. No tienes tú toda la culpa, sino esas torpes de criadas que no saben hacer una cama.
Creía estar cumpliendo con un mandato de su adorada, dándole un testimonio irrecusable de que sus celos, si los sentía, eran infundados. Cuando terminó el vals, vino, como un caballero de la Edad Media que sale del torneo, a recibir el galardón de las manos de su dama. Pero como no hay dicha completa en este mundo, al mismo tiempo que él se acercó a la niña Cobo Ramírez.
De los dos. Cuando no te tengo al lado soy dueño de mí, pienso fríamente, y recordándote, siento un placer grandísimo... y tranquilo... vamos, como sí gozara sólo con el entendimiento, como si en vez de ser hombre fuese un ser maravilloso incapaz de... ¿Comprendes?... Se me figura que sí. Bueno; pero luego, en cuanto me acerco a ti, ¡adiós frialdad!
Y ella, ¿qué tal está?... Buena moza, ¿cómo va ese valor?». La joven no respondía. Estaba como aletargada. Pero el chico siguió chillando, y al reclamo de él, la madre abrió los ojos, y tomándole en brazos, le acercó a su seno. Ballester mandó a la criada que quitara la luz, que acaloraba mucho la alcoba, y se sentó donde antes había estado Maxi.
A la aparición del Sultán se desvaneció como si fuesen de fugaces ondas aquel círculo de curiosos y cortesanos. Y el Sultán sin reparar siquiera en ellos se acercó a la desmayada esposa. Los suspiros del coronado amante lograron volver en sí a la Princesa, pero para causar más lástima y desesperación.
Lo primero que pensó al mirar el reloj fué que Flora pudiera haberse marchado sin despedirse y llamó en alta voz á D.ª Robustiana. No, Flora aún estaba en su cuarto arreglándose. D. Félix, cuando se hubo retirado el ama de gobierno, abrió su armario, acercó á él una silla, se encaramó sobre ella, sacó algunos legajos y tomó un bote de hoja de lata que había detrás de ellos.
Pues en cuanto llegue al corral la registras bien y se la sacas, ¿entiendes?... Es la mejor vaca que tengo añadió por lo bajo, dirigiéndose a su compañero. Y como ya estuviera entre ellas, el cura se acercó solícito, paternal, a la Parda y comenzó a acariciarle el testuz, bajando al mismo tiempo la cabeza, para mirarle las patas.
Paco Ruiz, en su carácter de ídolo de la tertulia, andaba haciendo de las suyas en torno de la mesa. Mas al poco tiempo se acercó á D.ª Demetria y con su desenfado habitual le dijo en voz alta: Doña Demetria, yo no puedo vivir sin usted. Nada pueden contra mi amor los desprecios. ¿Me concede usted un sitio á su lado?
Entretanto que los indios disponian estas cosas en sus pueblos, el enemigo se acercó á las ásperas montañas, llenas de bosques, en aquella parte donde está el camino mas árduo, y para las carretas, casi imposible. No halló resistencia alguna, despues de algunos pequeños reencuentros de casi ningun momento, fuera de uno ú otro.
Pasmados los de la otra fusta y aterrorizados del imprevisto ataque, no acertaron a huir ni a poner resistencia. La nave se acercó a la fusta y la gente de Morsamor la entró al abordaje, pasando a cuchillo a cuantos había en ella. Tiburcio tomó entonces el mando de la fusta apresada.
Palabra del Dia
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