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Actualizado: 19 de julio de 2025


Es usted muy inteligente, tiene un buen patrimonio y un nombre que le abona; con semejante lote en su ajuar del colegio se llega a todo. Un último consejo: espere no ser muy feliz durante los años de estudio. Cuente usted que la sumisión a nada compromete en lo porvenir y que la disciplina impuesta no es nada cuando se tiene el buen sentido de imponerla por mismo.

El contemporáneo Gregorio Letti hizo estudio especial del patriotismo en España , que no abona semejantes consideraciones, sugeridas, bien se ve, por el mismo espíritu de compasiva benevolencia que blandeaba en Bermúdez de Castro y en M. Mignet la dureza del sentimiento de justicia, á favor del atractivo que mantienen los escritos de aquel maestro en las artes de la seducción y del artificio; acaso también por influencia inadvertida de ideas en paralelo.

Imitad su constancia y bizarría Y el alto ejemplo que su vida abona, Que de la Patria en el hermoso dia El pueblo os ceñirá sacra corona, Y vuestra muerte con guerrera pompa Publicará la fama con su trompa.

Es imposible meditar sobre ambas inspiraciones de la conducta y la sociabilidad, y compararlas con las que les son opuestas, sin que la asociación traiga con insistencia a la mente la imagen de esa democracia formidable y fecunda que allá en el Norte ostenta las manifestaciones de su prosperidad y su poder, como una deslumbradora prueba que abona en favor de la eficacia de sus instituciones y de la dirección de sus ideas.

A ver. ¿Quién te hirió? ¿Cómo? ABIND. Mi esposa, No es herida peligrosa. JARIFA. Todo lo quiero saber. ¡Ay de , que no era en vano El quejarte y suspirar Toda la noche! ABIND. Has de estar Atenta. JARIFA. Di, esposo, hermano. ABIND. ¿Tu hermano soy todavía? JARIFA. Fuése la lengua, perdona. ABIND. El trato antiguo la abona.

Por dar órdenes, hasta le dijo lo que había de mandar traer de la plaza al día siguiente, y al otro y al otro. «Y cuidado con dejar de tomarle la cuenta a la muchacha, al céntimo, pues Torquemada dice que no la abona y no hay que fiar... Si te falta algún cacharro en la cocina, no lo compres; yo te lo compraré, porque a ti te clavan... Nada de comprar petróleo en latas... el fuego me horripila.

No vacila el más tímido gobernante en dictar una ley que ha de producir la miseria y la lenta agonía de miles y miles de súbditos, prósperos, trabajadores, felices tal vez, para satisfacer un capricho, una ocurrencia, el orgullo, ¿y usted se estremece porque en una noche han de terminar para siempre las torturas morales de muchos ilotas, porque un pueblo paralitico y viciado ha de morir para dar paso á otro nuevo, joven, activo, lleno de energía? ¿Qué es la muerte? ¡La nada ó un sueño! ¿Serán sus pesadillas comparables á la realidad de torturas de toda una miserable generacion? ¡Importa destruir lo malo, matar al dragon para bañar en su sangre al pueblo nuevo y hacerle robusto é invulnerable! ¿Qué otra cosa es la inexorable ley de la naturaleza, ley de lucha en que el débil tiene que sucumbir para que no se perpetúe la viciada especie y la creacion camine al retroceso? ¡Fuera, pues, femeniles preocupaciones! ¡Cúmplanse las leyes eternas, ayudémoslas y pues que la tierra es tanto más fecunda cuanto más se abona con sangre, y los tronos más seguros cuanto más cimentados en crímenes y cadáveres, no haya vacilacion, no haya duda! ¿Qué es el dolor de la muerte?

Retiróse confuso el noble, siguióle con la vista el secretario y notó casi en seguida el estandarte con las cinco rosas encarnadas que tan orgullosamente portaba el veterano Reno. ¡Por mi nombre! exclamó Parington. Huéspedes tenemos hoy aquí á quienes no hay que preguntar si los abona nobleza de primer orden. ¡Las Rosas de Morel! ¡Y digo, la cabeza de jabalí de los Butrón! ¡Ah!

Aquel santo varon, de alma tan pura como la blanca nieve de sus canas, que al cabo de una vida de amargura, consumida en virtudes sobrehumanas, iba á llevar de Dios á la presencia cual la de un niño pura su conciencia, piensa profundamente que es esa dicha demasiado grande para poder lograrla fácilmente; y aún cuando su alma cándida le abona, y aunque la llama de la le escuda, siente que la esperanza le abandona nublada por las sombras de la duda.

Palabra del Dia

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