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Actualizado: 25 de julio de 2025


En la sala estaban María de la Paz, Salomé, y delante de ellas, en pie y respetuosamente, Elías Orejón y el ex-abate don Gil Carrascosa. Nada hemos hablado hasta ahora de la amistad de este singular personaje con las venerables viejas. Carrascosa, en su calidad de abate entrometido, frecuentaba la casa de Porreño, lo mismo que otras de la más elevada jerarquía.

El abate Constantín se preparaba a tomar el camino de Longueval; pero Pablo al verlo pronto a partir, exclamó: ¡Oh! no, señor cura, no haréis a pie por segunda vez, con semejante calor, la travesía hasta Longueval; permitidme que os lleve en carruaje. Siento mucho veros tan triste, y procuraré distraeros. ¡Oh, por más santo que seáis, algunas veces os hago reír con mis locuras!

Pero el abate no quiere oír hablar de conferencias a bordo; se niega a desembalar su mercancía gratuitamente antes de la llegada al mercado. Se reserva para un teatro de Buenos Aires.

Consuela tanto verse rodeado, protegido, cuando la desgracia abate... Venga, Huberto, por mi padre, por , sobre todo. Lo espero... Y como el joven le besase respetuosamente la mano y se alejase sin pronunciar una palabra más, experimentó una gran decepción.

En el carruaje iban dos jóvenes que llevaban trajes iguales de viaje, muy elegantes, pero muy sencillos. Cuando el carruaje se encontró ante la verja del jardín, el cochero detuvo los caballos y dirigiéndose al cura, dijo: Señor cura, estas señoras os buscan. Luego, volviéndose a sus clientas: Ahí tenéis al señor cura de Longueval. El abate Constantín se aproximó y abrió la pequeña puerta.

Aquel fuerte ha servido de prision de estado á muchos hombres notables en la historia, y es allí donde Florentino y Dumas han puesto en escena al singular abate Faria en la admirable novela del Conde de Monte-Cristo. Como se ve, la escena que se contempla desde la altura de Nuestra Señora de la Guardia es una de las mas soberbias que puede ofrecer una costa marítima.

13 El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor de corazón el espíritu se abate. 14 El corazón entendido busca la sabiduría; mas la boca de los locos pace locura. 16 Mejor [es] lo poco con el temor del SE

Entretanto, ¡Dios mío! mi voluntad se dirige todavía hacia Vos, sostenedme y haced que pueda daros todo lo que me resta... ¡Ay! ¡qué pobres e indignas de Vos son mis ofrendas! 25 de julio de 1818. Nos hallamos en la casa de mi buen cuñado el abate Lamartine, que se encuentra enfermo.

Verdad es, dixo el abate, pero se ríen dándose al diablo; se lamentan de todo dando careajadas de risa; y riéndose se cometen las mas detestables acciones. ¿Quién es, dixo Candido, aquel marrano que tan mal hablaba de la tragedia que tanto me ha hecho llorar, y de los actores que tanto gusto me han dado?

Un cuarto de hora hacía que el abate costeaba el muro del castillo de Longueval, cuando llegó a la puerta de entrada, que se apoyaba alta y maciza sobre dos enormes pilares de viejas piedras ennegrecidas y roídas por el tiempo. El cura se detuvo y miró con tristeza los grandes avisos azules pegados a los pilares.

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