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Actualizado: 10 de septiembre de 2025


Entonces nada importa me pongas en olvido, Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzaré, Vibrante y limpia nota seré para tu oido, Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido Constante repitiendo la esencia de mi . Mi patria idolatrada, dolor de mis dolores, Querida Filipinas, oye el postrer adios. Ahi te dejo todo, mis padres, mis amores.

Yo llevaba cuerpo alto y falda de media cola.... En fin, ya lo verá usted en los papeles, que lo relatan sin quitar un pelo. »Pues desearé que me diga usted lo que se cuenta por ahí de nosotros con estos triunfos tan atroces. »Julieta no escribe, porque está durmiendo.

Hay misterios, secretos que no se entienden, hasta que viene uno y dice tal por cual, y lo descubre... ¡Pues qué más, Señor!... Allá estaban las Américas desde que Dios hizo el mundo, y nadie lo sabía... hasta que sale ese Colón, y con no más que poner un huevo en pie, lo descubre todo y dice a los países: «Ahí tenéis la América y los americanos, y la caña de azúcar, y el tabaco bendito... ahí tenéis Estados Unidos, y hombres negros, y onzas de diez y siete duros». ¡A ver!

¿Pero de qué me avisáis? Os aviso de que... debéis mudar de amigos. ¡De amigos! Porque los que os fingen amistad, os venden. Hablad más claro. Don Rodrigo... ¡Herido!... ¡medio muerto!... A causa de sus traidores enredos. Creo que érais muy amiga suya, Dorotea, y aun algo más que amiga. Pues ahí veréis: cuando yo de repente me vuelvo en contra de don Rodrigo, algo debe de haber.

En ese momento mismo Martín entraba en el salón. Mira que ahí está don Camilo, Valentina, no te rías; acaba de entrar. ¿? pues lo voy a ver para darle las gracias y, dejándonos en la sala, atravesó el patio, donde don Camilo era recibido por los padres de Martín.

Ya tengo deseos de huir, de esconderme, porque esta curiosidad me desagrada, me hiere; ahí va ese otro... ¡y no me ha saludado! naturalmente, ya lo sabrá, porque estas cosas corren por el telégrafo de la murmuración con rapidez espantosa, y como ya no ha de necesitarme, me vuelve la espalda. ¡Ah, mundo egoísta y canalla! ¡ah! pero, pierdan cuidado, amigos y enemigos, que sois todos unos, y así cambiais de nombre y de actitud según la ocasión nos hemos de ver las caras todavía; para entonces os emplazo, cuando yo me haya rehecho de este golpe y esté otra vez arriba, en la cúspide: yo soy de los hombres que no se quedan nunca en el camino... Pero, ¿llegamos o no llegamos?

Usted, compañera, no tiene ahora más remedio que aceptar el amparo de un hombre. Sólo falta que la suerte le depare un buen hombre. ¿Se echará usted a buscarlo por ahí entre sus relaciones, o saldrá a pescar un desconocido por las calles, teatros y paseos?

Bien le , bien le ; pero estaba Ángela despierta y no podía bajar... Por cierto que me hizo reír cuando me dijo: «¿Oyes, Rosa? Ahí está Juan el de la tía María silbando.

¡Qué ha de poder! respondió Bismarck, que en el campanario adulaba a Celedonio y en la calle le trataba a puntapiés y le arrancaba a viva fuerza las llaves para subir a tocar las oraciones . pués más que toos los delanteros, menos yo. Porque echas la zancadilla, mainate, y eres más grande.... Mia, chico, ¿quiés que l'atice al señor Magistral que entra ahora? ¿Le conoces desde ahí?

En el mismo instante, por una violenta sacudida que el navío experimentó, Kernok, adivinando que el áncora había cedido al cabrestante, se lanzó hacia el puente, con su bocina en la mano. ¡Alerta! ¡Alerta! he ahí a los piratas de Ochali que parten. El cautivo de Ochali. Cuando Kernok apareció sobre el puente, se hizo un profundo silencio.

Palabra del Dia

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