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Muchas veces las honradas esposas, no considerándose dignas de tan singular adoración, se miraban a todas partes, y preguntaban a los que estaban a su lado si por casualidad tenían algún tizne en la cara, o llevaban enredado en el pelo cualquier hilacho. Periquito era incansable, y tomaba estos asuntos con la seriedad que merecían.

Los chiquillos no tienen fisonomía propia, pues como no se lavan, según es el tizne con que primero se ensucian, así es la cara conque yo los veo. En cuanto á traje, tampoco se le conozco determinado, pues en verano andan en cueros vivos, ó se disputan una desgarrada camisa que á cada hora cambia de poseedor.

Uno se había pintado rayas en el rostro, otro anteojos, aquél bigotes, cejas y patillas con tan mala maña, que toda la cara parecía revuelta en heces de tintero. Los pequeñuelos no parecían pertenecer a la raza humana, y con aquel maldito tizne extendido y resobado por la cara y las manos semejaban micos, diablillos o engendros infernales.

D. Isidoro José de Herrera, en quien en competencia se admiraban con un gran juicio, una profunda sabiduria, y una acrisolada fidelidad, exhortaba á sus feligreses á la mayor constancia, y á que no manchasen su honor con el feo tizne de la deslealtad.

Se le llevaron en burlesca procesión, él delante, aislado por su propio tizne, y ya con la dignidad tan por los suelos, que empezaba a dar jipíos; los chicos detrás haciendo una bulla infernal, y la tarasca aquella del moño lacio amenazándolos con endiñarles si no se quitaban de en medio. Desapareció la comparsa por una puerquísima y angosta escalera que del ángulo del corredor partía.

A la mañana siguiente hállase la dama en su tocador, y ha gastado dos pastas de jabón en quitarse el tizne de la cara. Su rabia es inmensa: está furiosa; ha descubierto el engaño, y en su desesperación da unos chillidos que se oyen desde la calle. El joven, por su parte, trata de huir, al ver el enojo de la que adora.

El cochero mulato era un verdadero automedonte, y sentado en el pescante del landó tenía la mejor facha: hubiera podido pasar por el cochero del Príncipe de Gales, untada la cara con tizne. El jardinero negro había llegado a saber casi tanta botánica como Spix y Martius, doctísimos investigadores de la Flora brasílica.

Era hijo del picador que había en el pueblo, y mozo que por su figura podía ser el regocijo de los espectadores en un circo de acróbatas. Nada necesitaba añadir a su persona, ni polvos de harina, ni bermellón, ni tizne para quedar convertido en clown.

La tinta manaba de sus poros. Se diferenciaba de un carbonero en que su tizne era más consistente y como si le saliera de dentro.

El marido era bizco, de escasa talla, cetrino, de ruda y alborotada cabellera; gastaba ordinariamente una elástica verde remendada y unos pantalones pardos, rígidos, indomables ya por los remiendos y la mugre. Llamábanle de mote el Tuerto. Los chiquillos no tienen fisonomía propia, pues como no se lavan, según es el tizne con que primero se ensucian, así es la cara con que yo los veo.