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Mi plan es estudiar muchas Granadinas en diversos escenarios de la capital, de las ciudades subalternas, de los pueblos pequeños, y de los campos.

Por lo común, se pasa toda la semana sin poner un pie en la calle y sin que ninguno de fuera pise su casa, como no sea algún pariente muy cercano. En toda la provincia escasean las tertulias en que se reunan señoras. Si éstas pasean, es en domingo, y eso en la capital. En las poblaciones subalternas se necesita que repiquen más gordo..... Pero ya volveremos sobre esto.

Las campesinas en casi todo el Canton, y las mujeres de las clases subalternas en la capital, se hacen notar por un vestido que no carece de algunas analogías con los que se usan en Holanda, pero que en Suiza es infinitamente mas gracioso. Como los tipos mas elegantes y curiosos los vímos en Interlaken y Grindelwald, reservo la descripcion de esos vestidos nacionales para el capítulo siguiente.

Todo hombre es sabio, algun hombre es sabio se llaman subalternas, porque lo son los términos todo y alguno; y ambas son afirmativas, ó negativas, y pueden ser la una verdadera, la otra falsa, ó las dos á un tiempo verdaderas, ó falsas.

En la monarquía asturiana, el Conde en la capital de su gobierno ó señorío tenia corte como los reyes, ponia jueces y magistrados en las ciudades y villas subalternas, y en tiempo de guerra iba al frente de su ejército como general.

Comes buenos churrascos; andas a caballo; tomas aire puro y, contagiado por , acabarás por reírte de todo ese mundo de cosas deleznables y subalternas que actualmente te tienen envuelto en nieblas... ¡Contra las nieblas: sol, sol y mucho sol! y después vendrá sola, vibrante, sonora, la risa, la sana, la enérgica, la invencible, la fecunda, la suprema demostración de que no somos tan... animales... ¡Ríete!... ¡no seas pavo!... ¡¡Ríete!!... ¡Como yo!... ¡Así...!

La vida del campo, en sus formas genuinamente camperas, había contribuido a culminar un proceso de decaimiento moral que se había iniciado sutilmente en Melchor, con alguna antelación a su viaje a la estancia; pero que no había pasado inadvertido para el espíritu de su madre cuando le decía: «tienes deberes a que «antes» no habrías faltado», y la libertad absoluta de que gozaba en la estancia; las influencias circundantes, en el estímulo de los ejemplos que le rodeaban; la avidez de energías físicas, equiparables a la del peón o del toro y que se adueñó de su espíritu en cuanto lo encontró desprevenido o débil; la distancia interpuesta entre sus jueces y sus actos; las mismas resistencias subalternas con que solía chocar, todo propendía a acelerar la caída y más de una vez mientras Ricardo ejecutaba en el piano una sonata de Beethoven, Melchor en la caballeriza, punteaba una milonga en la guitarra mugrienta de algún peón.

Escasean, pues, las expansiones colectivas, y todavía no tanto en los pueblecillos como en aquellas tristes ciudades subalternas, que tienen algo de Pisa la Morta..... Por cierto que, cuando en éstas hay motines, son siempre incumbencia de las mujeres de la clase ínfima, nunca de los hombres. Los hombres, lúgubres y callados, constituyen á lo sumo la reserva.

La industria de Lucerna se reduce á algunos tejidos de algodon, lino y cáñamo y de objetos de bonetería, y sus fábricas son muy subalternas. Produce tambien sombreros de paja y otros artículos de poca importancia.

Y aquí concluyen las generales de la ley de todas las Granadinas. Examinemos ahora los caracteres que las diferencian entre , según que viven en la Capital, en las poblaciones subalternas ó en el campo, y según que pertenecen á la aristocracia, á la clase media ó al pueblo.