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Al contrario, a nuestros clamores responden con sus carcajadas, y nos llaman pordioseros, envidiosos, y nos desprecian, nos injurian. De nada nos vale invocar la ley. La ley es suya, porque teniendo ellos el dinero, tienen la conciencia de los jueces... Que me den a el dinero, aunque sólo sea por ocho días, y verán lo que soy.

Tan distraído y preocupado iba que su compañero acabó por callarse, hasta que torció á la izquierda por el sendero de El Castañar, dejando á Roger en el ancho camino de Salisbury. Algunos pordioseros, un correo del rey, varios leñadores y otras personas que encontró en su camino le indicaron la proximidad del poblado.

Roger, cansado de cuerpo y espíritu, cayó pronto en profundo mas no sosegado sueño y se imaginó presenciar ruidoso aquelarre en el que figuraban, á vueltas con sendas brujas y trasgos, juglares, pordioseros, monjes, soldados y los muchos y muy curiosos tipos congregados aquella noche en la posada del Pájaro Verde.

Pues si fuera a ocuparme de todo lo que hay aquí de reprensible, ¿qué diría, señora Nazaria, qué diría de la bárbara crudeza con que es tratada esa pobre niña, o mujer canija, hija del señor Tablas?... Os tratáis como duques, y ella se confunde con los más lastimosos pordioseros. ¿Qué tal? ¿Es esto cristiano, es esto honrado?

Yo censuro continuó diciendo vehementemente Melchor a los que acarician cualquier congoja como afanosos por conservarla el mayor tiempo posible; yo anatematizo a los que se entregan con fruición a todas las desesperaciones de cualquier dolor moral por intenso que sea, y en vez de tirarlo al último rincón lo pasean en los labios como esos pordioseros que van mostrando una llaga para excitar la caridad pública; yo me refiero a los cobardes que se rinden sin luchar por no darse el trabajo de esgrimir las armas qué tienen a la mano.

Un día, al pasar el marqués por el mercado, dos mendigos ciegos le reconocían por la voz y le saludaban con frases pomposas esperando que los socorriese como de costumbre. «Toma, para los dos». Y pasaba adelante, sin dar nada, mientras los dos pordioseros se insultaban, creyendo cada uno que su camarada había recibido la limosna y le negaba la mitad, hasta que, cansados de injuriarse, enarbolaban sus palos.

970 Sin sueldo y sin uniforme lo pasa uno aunque sucumba: confórmese con la tumba; y si no... No se conforme. 971 Pues si usté se ensoberbece o no anda muy voluntario, le aplican un novenario de estacas... Que lo enloquecen. 972 Andan como pordioseros sin que un peso los alumbre, porque han tomao la costumbre de deberle años enteros.

En esos Llanos, donde ahora veinte años pacían tantos millares de rumiantes, vaga tranquilo el tigre, que ha reconquistado sus dominios; algunas familias de pordioseros recogen algarroba para mantenerse. Así han pagado los Llanos los males que extendieron sobre la República. «¡Ay de ti, Betsaida y Corazain!

Pasaban rozando la verja algunas mujeres con la cabeza baja y la mantilla sobre los ojos. En las baldosas de la acera sonaban las muletas de un cojo, y más allá de la torre, bajo el gran arco que pone en comunicación el palacio del arzobispo con la catedral, reuníanse los mendigos para tomar sitio en la puerta del claustro. Devotas y pordioseros se conocían.

Para él, el jardín de la catedral de Toledo resultaba el más hermoso de los jardines, por ser el primero que había visto en su vida. Los pordioseros sentados en los escalones de la puerta le miraban curiosamente, sin atreverse a tenderle la mano.