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No obstante, este interés se concentraba ante todo en el caballo, lo que nada tenía de particular en una vecindad donde la carrera recorrida por la yegua de French Pitt al escaparse del magistrado de Calaveras, eclipsó todo el interés para el término fatal de personaje tan digno y benemérito.

Si les educaran, es decir, si les corrompieran torciendo el natural curso de sus instintos, yo quisiera ver dónde se quedaban Pitt, Talleyrand, Bonaparte, y todos los grandes políticos de la época. Amigo le dije sin poder reprimir mi enfado me da compasión verle a usted entre esta desgraciada gente, y más aún oírle encomiar su triste estado.

Son muy interesantes tambien las tumbas de Eduardo el confesor, rey anglo-sajon, de Enrique III y Enrique V, de la desgraciada cuanto terca María Stuart, y de Isabel, su sobrina, su rival y verdugo, de Jacobo I de Inglaterra, Cárlos II, hijo de un monarca decapitado por sentencia de su pueblo, y de Jorje II, que engrandeció á su patria con el apoyo de los talentos de Walpole y el primer Pitt.

Allí caía Sheridan, rendido, con la mirada opaca, el rostro lívido por los excesos de la orgía, y allí se levantaba para gritar a Pitt, para azotarle el rostro con esta frase que cimbra como un látigo: «¡, no ha corrido sangre inglesa en Quiberon, pero el honor inglés ha corrido por todos los porosAllí Wilberforce, más allá Mackintosch... ¿Cómo recordar a todos?

Cuarto: gobiernos históricos; la herencia. Quinto: gobiernos sociales; la estadística. Pitt en Inglaterra, Sully y Colbert en Francia, Campomanes, Florida Blanca, Jovellanos y Florez Estrada en nuestro país, son dignísimos representantes de la nueva historia social.

Felicitamos a los marqueses de Villamelón por haber introducido esta elegante novedad, que no tardará en ser imitada en las mesas y salones de la corte». Todas estas y otras majaderías por el estilo leía Currita con ávido deleite, mirando con desdén, desde la altura de su triunfo, a Metternich y a Pitt, a Cavour y a Bismarck.

Salimos de Filipinas en marzo, y, en vez de volver por el estrecho de la Sonda, fuimos con la monzón del sudoeste a entrar en el mar de las Molucas, pasamos por el estrecho de Gilolo y luego por el paso de Pitt y el estrecho de Ombay.

Decaen: ya no son los mismos de aquellos tiempos en que la casa Dupont era una bodega poco más grande que una barraca, pero enviaba sus botellas y hasta sus barricas al señor Pitt, al señor Nelson, al señor Velintón y a otros caballeros cuyos nombres figuran en las soleras más antiguas de la bodega grande. Montenegro seguía riendo al oír estas lamentaciones. Ríe, muchacho, ríe.

¡Qué diablura! murmuró mi amo recreándose con tan chuscas invenciones. Cuando estuve en Inglaterra... continuó el viejo Malespina , ya sabe usted que el Gobierno inglés me mandó llamar para perfeccionar la Artillería de aquel país... Todos los días comía con Pitt, con Burke, con Lord North, con el general Conwallis y otros personajes importantes que me llamaban el chistoso español.