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Relacion que ha hecho el indio paraguay, nombrado Hilario Tapary, que se quedó en el Puerto de San Julian, desde donde se vino por tierra á esta ciudad de Buenos Aires.

El maestro, don Hilario, era un castellano viejo que se había empeñado en enseñarnos a hablar y a pronunciar bien. Odiaba el vascuence como a un enemigo personal, y creía que hablar como en Burgos o como en Miranda de Ebro constituía tal superioridad, que toda persona de buen sentido, antes de aprender a ganar o a vivir, debía aprender a pronunciar correctamente.

D. Cornelio de Saavedra en todas sus partes. Por el Sr. D. Juan Canaveria, se dijo: Que reproduce el voto del Sr. Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr. D. Hilario Ramos, se dijo: Que se conforma con el voto del Sr. Comandante D. Cornelio Saavedra. Por el Sr. D. Justo Pastor Linch, se dijo: Que se conforma con el voto del Sr. D. Manuel José de Reyes. Por el Sr.

"El quinto: para tomar cuenta como están los vientos, y tambien cuando llueve, y en tiempo de la luna lo que sucede. "El sexto y último, para vivir hermanablemente y á convenirse en todas cosas por el provecho de los dueños del barco." Santiago Blanco, natural de Galicia en el reino de España. Hilario, natural de la provincia del Paraguay. José Gombo, natural de las Indias Orientales.

Corrió hasta alcanzar el camino del Crucero, y dejándolo a un lado, atravesó a la carretera y a la cuesta de San Hilario, donde refrenó el paso creyéndose en salvo ya. ¡También era manía la del zopenco aquel, de no dejarla a sol ni a sombra, y darle escolta todas las tardes! ¡Y como su compañía era tan divertida, y como él hablaba tan graciosamente, que no parece sino que tenía la boca llena de engrudo, según se le pegaban las palabras a la lengua!

A los chicos nos parecía una pretensión ridicula el que don Hilario quisiera dar importancia a las cosas de tierra adentro. En vez de hablarnos del Cabo de Buena Esperanza o del Banco de Terranova, nos hablaba de las viñas de Haro, de los trigos de Medina del Campo. Nosotros le temíamos y le despreciábamos al mismo tiempo.

Mucho le favoreció para estos acompañamientos el cambio de domicilio de la muchacha, que vivía cerca del alto de la cuesta de San Hilario, en una casita que daba a la Olmeda, desde que faltando el señor Rosendo y Chinto, el bajo de la calle de los Castros se hizo muy caro y muy lujoso para dos mujeres solas.

Don Hilario, el maestro, mandaba recados a casa avisando que el día tal o cual no había ido; pero mi madre me disculpaba siempre y, como veía que me iba poniendo robusto y fuerte, hacía la vista gorda. Los domingos y los días de labor que faltábamos a clase solíamos ir al arenal, nos quitábamos las botas y las medias y andábamos con los pies descalzos.

No hubiera salido hoy, si no fuese por la Octava de San Hilario.... Pero ni aun la Octava estuvo a mi gusto; faltó muchísima gente de la que acostumbra alumbrar.... ¿Sabéis porqué? No dijo maquinalmente Josefina. declaró Baltasar , porque fueron a esperar al muelle a los delegados de Cantabria. Los delegados... ¿de qué? preguntó Josefina jugando con el abanico.

Viage que hizo el San Martin, desde Buenos Aires al Puerto de San Julian, el año de 1752: y del de un indio paraguayo, que desde dicho puerto vino por tierra hasta Buenos Aires. Relacion que ha hecho el indio paraguay, nombrado Hilario Tapary, que se quedó en el Puerto de San Julian, desde donde se vino por tierra á esta ciudad de Buenos Aires.