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El soldado, llamando a el perro, prosiguió: Ahora, don Gozque, vais a ser mensajero del amor, oficio que requiere examen de destreza y título de fidelidad; cuidado con trocar los frenos, que de tan lastimoso descuido suelen provenir grandes desaciertos, y en ello vuestro buen nombre debe quedar a salvo de cargo y responsabilidad.

El soldado recogió sus ayudas y muletas, aseguró el zoquete que mantenía la siniestra rodilla, y en conserva de su gozque enderezó derecho a la casa de Gerif, donde se admitían en fiesta aquella noche los principales moriscos de la aldea.

En tanto iban allegándose los paseantes, y en cuanto los sintió a tiro el estropeado, así dijo al gozque: Salid, don Canique, can honrado y placentero, y dad cuatro vueltas de villano o de Bran de Inglaterra por lo alegre o autorizado, según más os conviniere, ante los altos señores que os miran, todo por darles gusto y placer.

El Rey de España es un generosísimo lebrel, que pasa acaso solo por una calle, y no hay gozque en ella que a ladralle no salga, sin hacer caso de ninguno, hasta que se juntan tantos, que se atreve uno, al desembocar della a otra, pensando que es sufrimiento y no desprecio, a besalle con la boca la cola; entonces vuelve, y dando una manotada a unos y otra a otros, huyen todos de manera, que no saben dónde meterse, y queda la calle tan barrida de gozques y con tanto silencio, que aun a ladrar no se atreven, sino a morder las piedras, de rabia.

En vano el gozque, trizando con los dientes las vestiduras, pugnó por salvar a su bienhechora, evitando tan infeliz fracaso. Las fuerzas de la infeliz vencieron y la arrebataron al horrible abismo, que proseguía siempre en su mugir incesante. Un agudo gemido se oyó, y el aire los desapareció al punto.

El gozque, que estaba en el puente y en la mitad opuesta del arco, como esperando a su bienhechora, comenzó a latir gozoso, percibiéndola entre las sombras y los árboles.

Y al partirse, y reparando en el soldado, añadió el otro: Este Cigarral todo lo asalta y con todos se comunica: bien va, y será recibido a las mil maravillas, que a falta de otras hechicerías, bien podrá prestar a la chusma las buenas habilidades de su gozque.

Aun todavía D. Lope no había segundado la lectura del enfurecido billete, cuando entró de nuevo el soldado diciendo: Día es de postas y correos: mi gozque, que ha corrido el campo, ya a esta hora trae este billete, que si no es de María, deberá ser de algún pintor, pues ni el famoso Lucas, ni Iciar, ni otro alguno de los de la péndola hará ni más ni bien asentada letra, ni más delicados perfiles.

En esto el gozque, alzando las orejas en ademán de inquietud, comenzó a murmurar mirando hacia un cabo de las tapias, y a la luz de cierta lámpara que ardía delante de una imagen apartada, se dibujó la negra sombra de un bulto que observaba el jardín y la reja, y que viendo ocupada la calle torció otro camino sin aguardar a ser alcanzado por los pasos diligentes, si bien silenciosos, de Cigarral.

Pero también tuvo que ponerse en plaza y público anfiteatro, pues no faltando quien adivinase las buenas gracias del gozque, los chistes del amo y las retahilas que relataba, todos apremiaron al estropeado para que divirtiese la fiesta, no pudiendo excusarse éste de tanto ruego, ya por la demanda y ganancia que pudiera haber, ya por cierta idea que le bullía en su magín.