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El capellán nadie le llamaba por su nombre en la casa era lo que se decía hace cincuenta años un buen maestro: tal vez algo duro; más amigo de hacerse temer que estimar; antes partidario de enseñar lo que sabía que de inspirar amor al estudio; con ideas fijas vaciadas en la antigua turquesa donde se fundió la sociedad de nuestros abuelos; seguro de lo que tenía por bueno; irreconciliable con lo que juzgaba malo; ilustrado, pero intransigente; bueno, pero fanático.

Esta vez el corazón de la joven se fundió ante la ingeniosa delicadeza del procedimiento y, en un impulso espontáneo, ofreció las dos manos al diplomático. ¡Es usted bueno; gracias! dijo con las lágrimas en los ojos y una mirada tan elocuente que el médico se quedó deslumbrado y no pudo menos de decir a su amigo cuando salían: Querido amigo, una mirada semejante vale más que los honorarios.

17 Y los fundió el rey en los llanos del Jordán, arcilla de la tierra, entre Sucot y Seredata. 18 Y Salomón hizo todos estos vasos en grande abundancia, porque no pudo ser hallado el peso del bronce.

Pudo desde entonces desafiar á Roussel no sólo en el presente, sino también en el porvenir. La hija de la una valía por el hijo del otro. Pero, cosa singular, el corazón de Clementina no se fundió, como el de Fortunato, al calor de esta nueva afección. Amó á Herminia, no por la dicha de amar, sino porque le servía de aliada contra su enemigo.

Todo el júbilo de la primavera se asomó al cielo y se fundió en un azul profundo, nuevo y triunfante, que recortó en su intensidad milagrosa los montes gigantes, los bravos montes de Cantabria.

Para Raimundo, esa inclinación tímida y anhelante del adolescente llena de zozobras y melancolías, se fundió con el amor de la edad viril, apetitoso y sensual. ¿Qué extraño, pues, que absorbiera toda la energía de su ser, toda su inteligencia y todos sus sentidos? Desde aquella noche memorable no volvió a pensar más que en Clementina.

Nuestro platero conocía, pues, a palmos el convento y la iglesia, circunstancia que le sirvió para realizar el robo de la Custodia, tal como lo dejamos referido. Dueño de tan valiosa prenda, se dirigió con ella a su casa, desarmó el sol, fundió el oro y engarzó en anillos algunas piedras.

Se le veía alejarse reposadamente, con el cuervo al hombro, haciendo extraños gestos, aunque no había nadie a su alrededor; poco después, la alta figura del Rey de Bastos se fundió en los tonos grises del crepúsculo de invierno y desapareció.

Y la voz de ambas hermanas se fundió en un concierto de risitas de placer y orgullo; ambas volvían a ver el estanque helado, los árboles cubiertos de encajes de escarcha, la brumosa mañana, y la figura juvenil del rey, con su rostro pálido de frío, su cuerpo esbelto, sus modales sueltos y elegantes, y su sonrisa entre picaresca y cortés, al inclinarse para felicitar a la ágil patinadora.

También se colocó en el centro del estanque la estatua del guerrero que fundió el célebre Bartolomé Morell el siglo XVI y que coronó la fuente en la plaza de San Francisco.