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Y como si viera al diablo en cada prójimo, había hecho un verdadero exorcismo de su cara. Tenían serias y largas discusiones don Santiago y su mujer sobre el punto referente a la educación de su hijo. ¿Por dónde comenzarían para no equivocarse?

El exorcismo, que había hecho víctimas a millares de millares, quemando herejes, embrujados y endemoniados, histéricos, locos y sabios, no pudo sostenerse ante la inteligencia humana llegada a más, y cayó el primero, definitivamente, en la aurora del siglo XIX.

Roger creyó hallarse en presencia de un par de duendes y aun procuró recordar la fórmula del exorcismo; pero los dos desconocidos prorrumpieron en grandes carcajadas al ver el espanto y la sorpresa reflejados en su semblante. Uno de ellos dió un salto y cayendo sobre las manos comenzó á andar con ellas, dando zapatetas en el aire. El otro preguntó: ¿No habéis visto nunca juglares?

Tenía yo una singular necesidad de afirmar mi amor, tanto para mismo como para ella. Era aquello como una especie de exorcismo contra los malos pensamientos, las cóleras y los rencores que me torturaban hacía algún tiempo. Luciana me escuchaba muy grave y como ensimismada en sus pensamientos, dudando si creer en mis protestas, o acaso interrogándose a misma, no lo .

La Granadina ve á Lucifer tantas veces al día como lo vieron San Antonio Abad y Santa Teresa de Jesús, y lo acusa á cada momento de cuantas desgracias le ocurren ó presencia. «El Demonio ha hecho que pase esto.» «Quiso el Diablo que sucediera lo otro.» «Satanás me ha escondido el ovillo, las tijeras ó la aguja.» «Me tentó el Demonio, y dije aquello ó hice lo de más allá.» «Hoy tengo los Malos en el cuerpo.» «Fulano es el enemigo.....» Estas y otras parecidas frases no se caen nunca de sus labios, y, al propio tiempo, pónele la cruz á Luzbel, ó se santigua estremeciéndose, ó dice «¡Ave María Purísimapor vía de exorcismo y desinfectante.

En Filipinas, nido de frailes, de procesiones y de jesuítas ¡cosa rara! puede decirse hay libertad de cultos. ¿Se creerá esto de aquellas comarcas simbolizadas por el que no las conoce bajo la intransigencia del exorcismo, de la intolerancia y de la presión del púlpito y del confesonario?

Y ahora resulta que deberá usted carecer de voluntad y convierte la inspiración en simple exorcismo. Llame usted las cosas por el nombre que quiera dije, y le supliqué que cambiásemos de conversación. Cambiar de conversación no era posible; había que volver al punto de partida o continuar. Le pareció más seguro razonar y yo la dejé decir sin replicar más que con una frase: «¿Para qué

Pasó algo indefinible... Todos se sintieron como aletargados... La reina Victoria se arrodilló ante el fraile; el fraile la tendió como un cadáver a los pies del trono; rezó las oraciones del exorcismo... Y dijo: «Exi, Wycliffe!» Y surgió, revoloteando en amplia elipsis, hasta perderse en la sombra, un murciélago... Era el espíritu de Wycliffe. El fraile dijo: «Exi, Calvine