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Además era rojo, como Luzbel y Judas, el color de todos los enemigos de Dios, y su cara inflamada, de ogro en plena digestión, le hacía recordar las de los malos espíritus que gesticulaban horrorosos en las láminas de su devocionario. ¡Y tener que tratar herejes de esta clase, que se burlaban de un país cristiano porque aún conserva puros e intactos los recuerdos de tiempos más felices! ¡Verse obligada a sonreírle, porque era el mejor cliente de la casa!...

El fuego de aquel lugar de maldición era tan intenso, «que una sola centella reducía á polvo una piedra de molino; si caía sobre un globo de bronce lo derretía al punto, como si fuese de cera, y si en un lago reducido á hielo, lo hacía hervir en un instanteLos condenados sentían este fuego en el cerebro, los dientes, lengua, garganta, hígado, pulmón, entrañas, vientre, corazón, venas, nervios, huesos, médula de éstos, sangre y hasta en las potencias del alma», y después de la horripilante enumeración, San Ignacio preguntaba al alma del pecador con quién deseaba irse, si con Dios ó con el Demonio. ¡Ah, mísero Luzbel; ridículo pazguato que ofrecía con torpe malicia las cortas felicidades de la tierra á cambio de una eternidad de tan horrible fuego!

Aproximábase al Colegio Imperial, cuando un vil pillete que rasguñaba una destemplada guitarra se le puso delante, cortándole el paso, y con voz que más tenía de infernal que de humana, cantó esta copla: ¡Muera Cristo, viva Luzbel! ¡Muera D. Carlos, viva Isabel! Apartó suavemente el jesuita al cantor y siguió adelante.

Azazil, segun la musulmana, es un ángel que no habiendo querido tributar homenage á Adam, primero de los Profetas, fué precipitado del cielo al infierno, donde con el nombre de Eblis es el gefe de los demonios. Suponemos, pues, que el ángel del orgullo, el Luzbel de los mahometanos, es quien sugiere á Abde-r-rahman el pensamiento de erigir la gran mezquita. Escribióse este pacto en Córdoba.

por mi madre que el Comendador es un réprobo. No hay esperanza de que se salve. Está condenado. Es como Luzbel. Y, sin embargo, lejos de producir en los discursos de mi madre el horror hacia el Comendador que ella deseaba, tal es mi perversidad, tan pecaminoso es mi espíritu de contradicción, que han avivado mis simpatías hacia tu tío.

D. Valentín apretó los puños y se limitó á exclamar con acento un si es no es colérico: ¡Señora!... Luego añadió para , cuidando mucho de que no lo oyese Doña Blanca: ¡Maldita sea mi suerte! Y no bien lanzada la exclamación, se asustó don Valentín de la blasfema rebeldía contra la Providencia que su exclamación implicaba, y se tuvo un instante por primo hermano del propio Luzbel.

Satanás se presenta consternado, y dice al Príncipe de las tinieblas: Las riberas del Cocyto Deja animoso Luzbel, Y de la laguna Estigia Azufre, resina y pez. Del Averno los tormentos Suspende, si puede ser, Y de tu reino de llanto Cese el bullicio cruel. De tus furias el azote En ocio y suspenso esté, Y los condenados, todos, Orejas á mi voz den.

A esto debiéronse no pocos escándalos y abusos, que sabido es que el Diablo no duerme, y así sucedía con frecuencia que el regreso de los penitentes por aquellos campos, alumbrados sólo por las hachas de cera, era á veces tumultuoso y poco edificante, por manera que Luzbel se complacía en tentar á la multitud que con tan piadoso fin recorría aquellos lugares.

La Granadina ve á Lucifer tantas veces al día como lo vieron San Antonio Abad y Santa Teresa de Jesús, y lo acusa á cada momento de cuantas desgracias le ocurren ó presencia. «El Demonio ha hecho que pase esto.» «Quiso el Diablo que sucediera lo otro.» «Satanás me ha escondido el ovillo, las tijeras ó la aguja.» «Me tentó el Demonio, y dije aquello ó hice lo de más allá.» «Hoy tengo los Malos en el cuerpo.» «Fulano es el enemigo.....» Estas y otras parecidas frases no se caen nunca de sus labios, y, al propio tiempo, pónele la cruz á Luzbel, ó se santigua estremeciéndose, ó dice «¡Ave María Purísimapor vía de exorcismo y desinfectante.

No era como Pez, como toda la caterva moderada, que hace de la religión una escalera para subir a los altos puestos; no era como esos hombres que se enriquecen con los bienes del Clero y luego predican el Catolicismo en el Congreso para engañar a los bobos; como esos hombres que llevan a Cristo en los labios y a Luzbel en el corazón, y que creen que dando algunos cuartitos para el Papa ya han cumplido. ¡Farsa, comedia, abominación!