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Pero, ¿adónde llegarán tus diatribas infames que el execrable lema ¡Mueran los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios! no esté revelando la mano sangrienta e inmoral que las escribe? De manera que lo que habría sido una discusión obscura y sólo interesante para la República Argentina, lo es ahora para la América entera y la Europa. Es una cuestión del mundo cristiano.

Además, la calle Ancha obtenía la primacía en la edición y propaganda de los diferentes impresos y manuscritos con que entonces se apacentaba la opinión pública; y lo mismo las rencillas de los literatos que las discordias de los políticos, lo mismo los epigramas que las diatribas, que los vejámenes, que las caricaturas, allí salieron por primera vez a la copiosa luz de la publicidad.

Pero su dignidad y aquella larga serie de diatribas contra el ejército que llevaba colgadas a los pies como grilletes, le impedían estas y otras manifestaciones. Ni siquiera tenía el consuelo de poder mostrarse alegre cuando aquel pundonoroso militar acompañaba a su niña en el paseo. Pero ya se sabe que las señoritas se preocupaban muy poco de la gratitud de sus tertulios.

Ciertas declamaciones y diatribas contra los vicios, la corrupción y el lujo, me han parecido siempre más propias de la envidia o de la sandez que de un espíritu recto y juicioso.

El gusto reinante de la época, que antes condenara, había echado tan hondas raíces en el teatro, que, convencido acaso de la inutilidad de sus esfuerzos precedentes, hubo de renunciar á ellos. Si sus diatribas críticas habían sido impotentes para lograr lo que deseaba, ¿cómo podía esperar en la escena un triunfo decisivo?

Pero en la biblioteca que con poca dificultad pudiera formarse de obras relativas a esta materia, pesan y abultan mucho más las invectivas que las defensas. Sería grave error, sin embargo, tomar por lo serio y al pie de la letra muchas de esas diatribas, dándoles una transcendencia y alcance que las más veces no tenían en el ánimo de sus autores.

Después la vomitaron, no sólo en su tertulia del Camarote, sino en el periódico, donde, en serio y en burla, vejaron de un modo repugnante al glorioso fundador del Faro de Sarrió. En algunas cáusticas, feroces gacetillas, se estaba viendo al bilioso alcalde con la pluma en la mano. Don Rosendo, por vez primera en su vida, leyó aquellas diatribas sin conmoverse, con un desdén sincero.

¿Cerrar? exclamó . Y la labor legislativa que tenemos por delante, ¿es que van a hacerla los porteros? ¡Hombre! En caso de apuro... Todo se vuelven diatribas contra el diputado en este país añadió mi amigo , y el diputado es un mártir. Ya ve usted a los diputados franceses. No contentos con ganar quince mil francos al año, quieren que se les dupliquen las dietas.

Claros ejemplos de tales diatribas, fundadas en sentencias como las que rezan: quien bien te quiere te hará llorar, y la letra con sangre entra, han dado en Italia, para libertarla del yugo extranjero y hacerla una, no pocos egregios italianos como Parini, Giusti y Leopardi, avergonzándola y maltratándola de palabra, ora en prosa, ora en verso.

Como es natural, tales picardías despertaban fuerte clamoreo en los partidarios de Belinchón, rabiosas diatribas por parte del Faro, y tumultos sin cuento en las sesiones municipales.. Pero a Maza se le daba por todo una higa.