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No diga usted eso dijo secamente la señora Aubry. Muy bien le iría con la pobreza á usted, que no se escasea ninguna dulzura, ningún refinamiento. Permítame, querida señora respondió la señora de Laroque; yo no aprecio en modo alguno los sacrificios estériles. El que yo me condenara á las privaciones más duras ¿á qué ó á quién aprovecharía?

La Reyna del Auštro še levantará en juyzio con ešta generacion: y la condenará: porque vino de los fines de la tierra para oyr la šabiduria de Salomon: y heaqui mas que Salomon en ešte lugar. Quando el ešpiritu immundo ha šalido del hombre, anda por lugares^ šecos, bušcando repošo: y no hallandolo,

Si algún día se ocupan de conventos, será para echar fuera a los frailes y vender luego los edificios... Pues yo no los compraría. ¿Por qué? Porque esas casas son de Dios, y el que se las quite se condenará. ¿Qué es eso de condenarse? Me río de vuestras simplezas. Pues, hijo, adelantado estáis.

Envía cuantiosas limosnas a las iglesias; encarga misas que no oye; pone cirios a las imágenes, y en el secreto de su habitación se entretiene a veces puerilmente en preguntar a la suerte, echando una moneda al aire, si se condenará eternamente o irá tan sólo al purgatorio. Cuando llega a sus oídos el canto de los sacerdotes que acompañan a un entierro, empalidece, tiembla y se tapa los oídos.

Á fin de conservarlo le escribió, por tanto, en 14 de septiembre de 1596, la carta más afectuosa, excusando lo ocurrido; pidiendo que no le condenara sin oirle ; refiriendo, en fin, los sucesos de la campaña; y como el Sr.

Para que transcribiera semejantes palabras, cada una de las cuales debía ofenderla como un insulto y espantarla como una blasfemia; para que reconociera que Zakunine tenía razón, era preciso que la infeliz se condenara sin ninguna excusa, que se juzgase perdida sin la menor esperanza.

Hasta me alegraré de tener un nuevo marido; el que tengo ahora gruñe porque no varío el menú, mientras que el nuevo se chupará los dedos. CLEOPATRA. Decís cosas cínicas, Proserpina. La historia, con ese motivo, nos condenará. PROSERPINA. ¿Qué sabe la historia de nuestros negocios? Además, yo me encuentro aquí divinamente. CLEOPATRA. ¡Sois incorregible, Proserpina! Tened cuidado, pueden oírnos.

3 ¿Disputará con palabras inútiles, y con razones sin provecho? 4 también disipas el temor, y menoscabas la oración delante de Dios. 5 Porque tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el hablar de los astutos. 6 Tu misma boca te condenará, y no yo; y tus mismos labios testificarán contra ti. 7 ¿Naciste primero que Adán? ¿O fuiste formado antes que los collados?

Señora exclamó D. Paco poniéndose de rodillas si la señora doña Asuncioncita no se queda en la casa, usted se condenará. ¿Pues qué ha hecho? Salir a dar un paseo. ¿Verdad, niña mía? No; ¡mi madre no me perdona! gritó con desesperación la muchacha . Llévenme fuera de aquí. No merezco pisar esta casa... Mi madre no me perdona. Vale más que me maten de una vez.

Permitiendo que mi muerte haya sido un beneficio para los que yo amo, el Cielo había colocado en mi muerte la única alegría que yo podía gozar aquí abajo. El me perdonará, sin duda, el haber apresurado la hora y no me condenará, como los hombres. Amaos, al menos, y perdonadme. Después de estas palabras, su pecho se levantó con gran esfuerzo, su cuerpo se estremeció y la voz expiró en sus labios.